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Jr. Estados Unidos 838. Jesús María.
Lima, Perú.

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San Marcos nos señala en este evangelio[1] los elementos claves de la vocación misionera, válidos también en los tiempos actuales: Nadie es misionero sino es enviado; es Jesús quien envía. No se puede anunciar cuando hay sobredosis de auto referencialidad, la verdadera confianza debe estar puesta en la Providencia de Dios. No se debe ignorar la atracción del dinero, que usualmente lleva a la idolatría del poder.

Sacudir el polvo de los pies es el signo que evidencia que el predicador ha cumplido con su misión, pero en la perspectiva de Jesús, -que ha venido a morir para salvarnos-, no es abandonar a ese pueblo porque lo rechazó; sino que exige la transformación del predicador que debe sacudir de su vida la amargura, la frustración, el rechazo, la soledad y la incomprensión, para no cansarse de anunciar.

Enseña el Papa Francisco en Fratelli Tutti: “Desde la intimidad de cada corazón, el amor crea vínculos y amplía la existencia cuando saca a la persona de sí misma hacia el otro”[2]. “No es una opción posible vivir indiferentes ante el dolor, no podemos dejar que nadie quede “a un costado de la vida”[3].  Ante tanto dolor, ante tanta herida, la única salida es ser como el buen samaritano”[4].

Padre Guillermo Inca Pereda
Secretario Adjunto de la Conferencia Episcopal Peruana


[1] Mc 6, 7-13
[2] Fratelli Tutti 88
[3] Fratelli Tutti 68
[4] Fratelli Tutti 67

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