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Por Luis Miguel (ADN CELAM)

En una rueda de prensa realizada, este jueves 2 de marzo, en el marco de la tercera jornada de la Asamblea Regional para los países Bolivarianos, Mons. Miguel Cabrejos, Presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM), se refirió a este encuentro continental como parte de “un itinerario sinodal, eclesial, pastoral el que venimos realizando”. Un encuentro en el que están presentes 92 participantes de Bolivia, Perú, Colombia, Venezuela y Ecuador.

Esta reunión de obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos forma parte de “un itinerario sinodal, eclesial, pastoral el que venimos realizando”, como afirmó Mons. Miguel Cabrejos. El presidente del CELAM, insistió en que estamos ante “una experiencia del Pueblo de Dios, caminamos juntos con una meta, con un objetivo, con un fin, que es la evangelización, llevar a Cristo a los demás en el mundo de hoy, en la sociedad de hoy, pero también bajo la guía del Espíritu Santo, del Espíritu de Dios”.

Como ya señaló en los anteriores encuentros realizados en San Salvador y Santo Domingo, “esa experiencia que vivimos está en un ambiente de espiritualidad, un Kairós, un tiempo de gracia que nos permite reflexionar, que nos permite discernir con este método que se llama conversación espiritual, que nos lleva a abrir nuestros corazones, abrir nuestra mente, para expresar lo que el Espíritu de Dios nos dice a nosotros o quiere decirle a la Iglesia”.

Para el Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, “no es una simple reunión de personas interesadas en la vida pastoral, sino que estamos bajo la guía del Espíritu de Dios”. En sus palabras, hizo ver que “la Biblia respira sinodalidad, la Biblia respira corresponsabilidad desde el momento de la misma Creación, lo que aparece en el encargo del cuidado de esa creación, en la acción de los patriarcas, de los profetas y sobre todo de Jesucristo que nos invita a todos a la corresponsabilidad, que se concreta en el llamado a llevar adelante juntos toda esta obra de salvación, algo que nace de la gracia del Bautismo”, llamando a no decidir sin haber escuchado, sin haber discernido.

Escuchar para no proyectar nuestros miedos

En la misma línea, Mons. Luis Cabrera, Presidente del Episcopado Ecuatoriano, llamó a “escuchar para no proyectar nuestros miedos, no proyectar nuestros prejuicios, sino permitir que el otro hable, nos cuente su vida, sus circunstancias”. Para el Arzobispo de Guayaquil, “ese escuchar es que nos va ayudando en un segundo momento a discernir a la luz de la Palabra de Dios, a la luz de esa presencia amorosa del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.

A partir de ahí destacó que “con personas desconocidas se ha creado esa sinergia, ese espíritu, esa actitud de comenzar a hablar con soltura, con libertad, con espontaneidad”. El presidente del episcopado ecuatoriano ha puesto “la experiencia de amistad, de fraternidad por encima de los aportes y documentos”. Por eso llamó a mirar hacia adelante y dejarse guiar por el Espíritu, que “nos saca de nuestras comodidades, de nuestras instalaciones, nos saca sobre todo de nuestros miedos”.

Testigos del padecer de muchas personas

“Este proceso sinodal nos invita a alegrarnos y a tener esperanza”, afirmó la Hna Lidia Chávez. La religiosa Laurita destacó la riqueza de los diferentes carismas y el hecho de ser “testigos del padecer de muchas personas”, por lo que “este espacio nos trae esa memoria”. Una presencia carismática “en aquellos lugares donde realmente se siente el dolor de las personas afectadas por todos los males que conocemos”. Desde ahí insistió en el espacio muy importante que tiene la Vida Religiosa en el proceso de escucha a los pueblos, “hemos caminado con ellos, hemos sufrido con ellos”. Este proceso sinodal es visto por la religiosa como oportunidad de participar en algunos ministerios para atender lugares distantes o lugares donde los sacerdotes no pueden llegar.

Ir al encuentro de los sin voz

Como representante de la CEAMA, Patricia Gualinga dijo estar en este encuentro para compartir las experiencias como CEAMA y REPAM con el Sínodo Amazónico. “La sinodalidad es caminar juntos, pero caminar hacia una salida, una Iglesia que va en salida al encuentro de un pueblo, pero no un pueblo cualquiera, aquel pueblo que está marginado, aquel pueblo que posiblemente no ha tenido la posibilidad de ejercer una voz”, insistió la líder indígena. Según ella, “el Sínodo es ese avance que está realizando la Iglesia católica, anclada en algo que es fundamental, que es la ecología integral”.

La Iglesia tiene que tener el rostro del pueblo, en nuestro Sínodo amazónico dijimos la Iglesia con rostro amazónico, la Iglesia con el rostro del barrio, de las periferias, donde la periferia se convierte en el centro de atención, ese es el camino de la sinodalidad, en la cual estamos avanzando”, resaltó Patricia Gualinga. Como CEAMA quieren aportar “esa experiencia, que también es un gran reto en la Amazonía, que es la búsqueda de la Iglesia con rostro amazónico, con rostro indígena, con rostro de biodiversidad, con rostro de un bioma tan importante y vital para la humanidad”.

“Que el pueblo va a empezar a participar, que la Iglesia ya no va a estar en sus estructuras, sino que empieza a compartir con el Pueblo de Dios”, es motivo de gratitud para la líder indígena. Por eso destacó que “la participación de los pueblos indígenas en el proceso de escucha es muy importante, porque dan sus puntos de vistas desde sus realidades. Y eso es lo que está sucediendo en ese caminar, desde la experiencia de sus territorios, y eso es vital. Este proceso de escucha nos da la posibilidad de dar los aportes necesarios para que se plasme en los documentos lo que se está haciendo”.

“Hay esperanza grande de que esta Iglesia católica tenga la transformación según los tiempos y en la iluminación del Espíritu, en el acompañamiento a los pueblos, pero también en la orientación, porque estamos en tiempos diferentes a los anteriores”, insistió la indígena ecuatoriana del pueblo kichwa de Sarayaku. “Una Iglesia que no está estática, está caminando y caminando para llegar a avanzar junto a un pueblo, un pueblo de Dios, que no solo es católico, sino que es mucho más, un pueblo que lucha, un pueblo que es marginado, un pueblo que está en la pobreza, un pueblo que sufre, tal como lo hizo Cristo, y esa es una gran esperanza”, en palabras de Gaulinga.

Iglesia que promueve el diálogo en todos los campos

Una Iglesia que quiere hacer ver la necesidad de diálogo, también en relación con los conflictos sociales que están presentes en algunos países como Perú y Ecuador, como afirmaron los presidentes de sus episcopados, pues es “el único camino sensato, inteligente ante los conflictos”, en palabras de Mons. Luis Cabrera.

Mons. Cabrejos, que felicitó a la Conferencia Latianoamericana y Caribeña de Religiosos (CLAR) por el 62 aniversario de su fundación, pidiendo a la Vida Religiosa que no pierdan el profetismo, destacó el proceso de apropiación que el Celam está impulsando con relación a la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, que el Papa Francisco calificó como inédita, que produjo documentos. De ahí la creación de comisiones en todos los niveles para animar a esa apropiación y dar una respuesta al Santo Pueblo fiel de Dios.

Escuchar los aportes de los pueblos originarios

La Hna. Lidia Chávez se refirió al encuentro sinodal de los pueblos originarios realizado la semana pasada en Latacunga (Ecuador), pidiendo que estos aportes sean escuchados. Un encuentro en el que se hizo énfasis en la formación de sacerdotes y religiosos, con ese enfoque intercultural y sobre todo que se incluyan aspectos de las cosmovisiones de los pueblos para que no sean ajenos a estas realidades.

Desde ahí llamó a ponerse en el lugar de los pueblos, que a pesar de haber sido marginados sigue resistentes y siguen insistiendo en defender la vida integral, la vida del ser humano y la vida de la madre Tierra, un aporte importante en la línea de lo que el Papa ha enfatizado en Laudato Si. Enumeró aspectos que viven los pueblos originarios, que definió como dones depositados por Dios, que han ido cultivando. Unos pueblos que quieren “ser aporte al cambio de la Iglesia para que sea más sencilla, escuche y que responda realmente a las necesidades urgentes de salvar la vida de estos pueblos excluidos y marginados”.

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