- Comentario de la Semana (18 de octubre – 22 de octubre)
Nos recuerdan los exégetas de la Biblia que, en su camino hacia Jerusalén, Jesús, que camina hacia su hora, inicia curando al ciego de Betsaida (Mc 8) y ahora sanando al ciego de Jericó, a Bartimeo (Mc 10), desarrollando, así, una pedagogía para iluminar y quitar, la ceguera espiritual de sus discípulos que no lograban entender el camino de la cruz.
Bartimeo ha sabido escoger: antes que las limosnas era mejor encontrarse con Jesús. La multitud que iba en camino a Jerusalén solía ser generosa y era una buena oportunidad para El, pero El prefiere ver a Jesús. Y grita para que lo escuche; lo quieren callar, pero grita más fuerte. Desafía a la multitud. Hasta que es escuchado por Jesús.
“¿Qué quieres que haga por ti?”[1] le dice Jesús. Es la misma pregunta que hizo a los hijos de Zebedeo: aquellos querían ser vistos por la gente; este hombre solo quiere ver: “que cobre la vista.” Y al recobrar la vista siguió a Jesús. Pasó del borde del camino (referencia geográfica) a seguirlo por el camino” (indicación teológica), es decir, se hizo discípulo y acompañaba a Jesús.
Nos enseña el Papa Francisco: “La fe, como hemos visto en Bartimeo, es un grito; la no fe es sofocar ese grito. Esa actitud que tenía la gente para que se callara: no era gente de fe, en cambio, él si. La fe es la esperanza de ser salvado; la no fe es acostumbrarse al mal que nos oprime y seguir así”.[2]
P. Guillermo Inca Pereda
Secretario Adjunto de la Conferencia Episcopal Peruana
[1] Cf Mc 10, 46-52
[2] Papa Francisco, Audiencia General, miércoles 6 de mayo 2020