La comunidad arquidiocesana de la Iglesia de Lima se congregó este domingo XXI del Tiempo Ordinario en la Basílica Catedral de Lima para despedir a Monseñor Nicola Girasoli, tras cinco años como Nuncio Apostólico en el Perú.
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En la homilía, Mons. Girasoli se mostró emocionado y agradecido por estos años de acompañamiento a nuestro pueblo peruano: “Hemos caminado juntos por cinco años, junto a los obispos, los sacerdotes, junto a todo el Pueblo de Dios; porque caminando juntos, se abren nuevas perspectivas que alimentan mucho la esperanza”, expresó el prelado.
El Nuncio Apostólico inició su homilía recordando el poema “Caminando aprendí”, de Thiago Bazán: “Cuánta verdad hay en esas palabras… ¡Caminando aprendí! Aprendí a admirar, a ver este maravilloso país con tantos viajes, 86 viajes que he realizado en el Perú en estos años. Y esto me ha dado la oportunidad de aprender, porque caminando se aprende, se ve, se admira, y también se pone el ánimo más dispuesto a escuchar y acompañar”, resaltó.
En su camino pastoral por todas las jurisdicciones eclesiásticas del Perú, Nicola Girasoli destacó la fe y la devoción de nuestro pueblo, así como el servicio de nuestros obispos, sacerdotes y religiosos: “Agradezco a Dios por haber caminado con ustedes. Seguimos caminando, como lo dice el Papa Francisco, con los brazos siempre abiertos, mirando siempre la Cruz, porque la Cruz nos enseña este amor infinito de Dios; y Jesús, en la Cruz, siempre tiene los brazos abiertos”, enfatizó.
En su alocución, el ahora Nuncio Apostólico de Eslovaquia, repasó el pasaje del Evangelio de Lucas de la Liturgia de este domingo: «Un hombre le pregunta a Jesús: «¿Son pocos los que se salvan?» Y el Señor responde: «Traten de entrar por la puerta estrecha» (Lc 13,24)».
Monseñor Girasoli explicó que el Señor ha querido utilizar la imagen de una puerta estrecha para recordarnos que, aunque los brazos de Jesús en la Cruz siempre están abiertos porque la salvación es para todos, no todos se salvan: “Debemos pasar y entrar a través de esa puerta, que es la puerta del corazón de Jesús, que es la puerta de un amor infinito”.
Finalmente, Nicola Girasoli señaló que, a pesar de la tristeza por su partida, atesora en su corazón todo el amor de nuestro querido Perú: “Estoy convencido de que partir es también un renacer, porque uno no solamente deja, uno también se lleva todo, todo el amor, toda la simpatía, toda la amistad; y esto nos va a tener siempre unidos”.
Antes de la bendición final, Monseñor Salvador Piñeiro, Arzobispo de Ayacucho, dedicó unas palabras de despedida a nuestro querido nuncio: «Los obispos del Perú hemos condecorado con la insignia de Santo Toribio de Mogrovejo a Monseñor Nicola Girasoli, para agradecerle su cercanía, su amistad. Hemos tenido la alegría de tener un nuncio peregrino que ha visitado las 46 jurisdicciones eclesiásticas», recordó.
“Cuando un amigo se va, algo se muere en el alma; pero algo también resucita, porque tenemos un legado que compartir”, fueron las palabras de despedida de Monseñor Carlos Castillo, quien expresó su agradecimiento, a nombre de nuestra Iglesia de Lima, por el testimonio de vida y de servicio de Monseñor Girasoli en todos los rincones del Perú.
La Celebración Eucarística de este domingo XXI del Tiempo Ordinario, también contó con la presencia del embajador de Italia, Giancarlo María Curcio; y la Presidente del Poder Judicial, Elvia Barrios.
Participaron como concelebrantes los obispos: Monseñor Salvador Piñeiro, Arzobispo de Ayacucho; Monseñor Alejandro Wiesse, Obispo de Requena; Monseñor Antonio Santarsiero, Obispo de Huacho; Ratislav Zummer, Secretario de la Nunciatura.