La segunda jornada de la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe estuvo enfocada a la reflexión de los desafíos pastorales de la Iglesia a luz del discernimiento comunitario. Como parte de la agenda, se propuso a los asambleístas la realización de un panel sobre las raíces culturales de América Latina y el Caribe. El espacio de disertación contó con la presencia del Cardenal Felipe Arizmendi, el Padre Venanzio Mwangi IMC y las hermanas Laura Vicuña y María Suyapa Cacho Álvarez.
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El cardenal Felipe Arizmendi destacó el deseo del Consejo Episcopal Latinoamericano – CELAM de poner en primer lugar a los excluidos, representados en los pueblos indígenas y Afro. Trayendo a la memoria el documento de Aparecida, recordó que estas comunidades nos precedieron y gran parte de su cultura está representada en el apego profundo por la tierra y la vida comunitaria; por lo que resulta lamentable que persista la tendencia de la sociedad a menospreciarlos, generando exclusión y pobreza. El prelado abogó porque la Iglesia sea la primera en dar testimonio de apertura y comprensión hacia los pueblos originarios, entendiendo que existen otras formas de ser persona, iglesia y familia.
Escuchar los clamores de los pueblos originarios
En su opinión no basta con la producción de documentos eclesiales cuando en la práctica los pueblos originarios siguen amenazados por la invasión de sus territorios, la degradación de sus tierras, la desaparición de sus lenguas y prácticas culturales.
Amenazados en su existencia física, cultural y espiritual, los pueblos originarios reciben el acompañamiento de la Iglesia pero este resulta insuficiente ante las necesidades que padecen. Denunciar las situaciones de pecado y las acciones de las estructuras de muerte, son opciones que fomentan un verdadero diálogo intercultural, interreligioso y ecuménico.
Después de hacer un análisis de la realidad de los pueblos originarios propuso que se trabaje en la traducción católica de los textos litúrgicos, y la promoción de las vocaciones, favoreciendo un diálogo desde lo teológico que ayude a descolonizar nuestras mentes y crear conciencia en la sociedad sobre la importancia de valorar y preservar la vida de los pueblos originarios.
Frente a las actividades prácticas habló de la necesidad de organizar encuentros virtuales o presenciales con miembros de estas culturas con el objetivo de fortalecer su identidad y su sentido de pertenencia a la sociedad y la Iglesia, porque sin apoyo institucional se pueden perder muchos procesos que se han logrado durante los últimos años en temas como los diálogos sobre teología india, clarificando sus contenidos y alentando la inculturación de la Iglesia en los pueblos originarios.
La riqueza de los saberes ancestrales
La hermana María Suyapa Cacho Álvarez abogó por una pastoral de promoción humana que sea de carácter integral que incorpore los conocimientos ancestrales propios de quienes viven en la periferia. Conocimientos que se hacen presentes en el ejercicio de los expertos en las comunidades en áreas como la cocina ancestral, las parteras, los ginecólogos, las terapeutas, climatólogos, guías espirituales, místicos, teólogos, contemplativos, exorcistas, consejeras, astrólogos, náuticos, políticos comunitarios y juristas comunitarios. Su propuesta estuvo centrada en la creación de un equipo permanente de reflexión para asuntos de teología indígena y Afro, además de un espacio pensado para la defensa y recuperación del territorio, porque “Sin territorio no hay cultura, ni pueblo”.
La religiosa aseguró que como Iglesia estamos llamados a sumarnos a la lucha ancestral de los pueblos de este continente para que efectivamente lleguemos a tener la vida plena que Dios, que Jesús y nuestros ancestros soñaron para todos.
Desaprender, aprender y reaprender
Para la hermana Laura Vicuña es necesario trabajar por una iglesia aliada de los pueblos originarios, dispuesta a defender la vida, la tierra y los derechos, dispuesta a acompañar y tejer redes para la defensa y promoción de los derechos humanos.
En su participación afirmó que en América Latina y el Caribe, es posible contar con 826 pueblos indígenas en los diferentes países. Son más de 45 millones de personas, caracterizadas por su amplia diversidad demográfica, social, cultural y territorial.
Según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe – CEPAL. Sólo en la región pan amazónica hay más de 490 pueblos y más de 140 pueblos en situación de aislamiento y riesgo de extinción, situación que debe interpelar a la Iglesia por una acción pastoral enfocada en el acompañamiento y desarrollo de los pueblo originarios.
Las raíces de los árboles
Refiriéndose al pueblo afro, el padre Venanzio Mwangi recordó que la belleza del árbol no está el tronco ni en las ramas, sino en las raíces que se abrazan, entretejen y hunden en las profundidades y anchuras para procurar los alimentos, las fuentes de agua y la firmeza para la estabilidad de los arboles. En su opinión a Iglesia no puede ceder ante la tentación de tratar a los pueblos afrodescendientes a la sombra de los pueblos originarios. Al respecto dijo que América latina y el Caribe es un continente por descubrir en cuanto a su potencial teológico y pastoral y no se puede permitir que esto sea solo un ejercicio de reconocimiento y olvide el valor de la diversidad.
Finalmente insistió en que es tiempo de que salgamos del mito a la realidad sobre la diversidad étnica y cultural de la identidad y celebrarla desde la fe. Hagamos de ella una fuente de espiritualidad, teología, acción pastoral, camino hacia una eclesiología auténticamente latinoamericana y caribeña – un camino sinodal con rostro propio. Concluyó.
Nota de prensa de Vatican News