Este viernes 5 de junio, se publicó la plegaria de Mons. Miguel Cabrejos, Presidente del Episcopado Peruano y del Consejo Episcopal Latinoamericano, dedicado a San Francisco de Asís, patrono de la Ecología, con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente.
«Les invito a unirnos con esta plegaria a San Francisco patrono de la ecología para proteger y construir una Casa Común más sostenible, fraterna y solidaria», se lee en el documento.
A continuación, la plegaria completa de Mons. Cabrejos:
TÚ, FRANCISCO, que has sabido reconocer la belleza del Creador en todas las cosas e incluso en el hermano lobo, símbolo de rapacidad y ferocidad, danos admiración extática por la tierra, el agua y el bosque, que los pueblos indígenas de la Amazonía ya celebran como fuente de sabiduría y de vida plena, “buenvivir”.
TÚ, FRANCISCO, que has besado la tierra en el cuerpo llagado del leproso, saboreando la gracia de la misericordia que transforma lo amargo en dulce, concédenos escuchar el grito de la Amazonía y de sus poblaciones para experimentar la misma gracia de la misericordia y renacer nuevos, en la mente, en el espíritu y en el cuerpo, tierra de la que provenimos.
TÚ, FRANCISCO que has sabido acoger el don de los hermanos y como hermano universal has llamado a las mismas criaturas tus hermanos y hermanas, admítenos en la escuela de las poblaciones amazónicas, unidas en fraternidad por el entrelazamiento del agua y del bosque para poder avanzar en un camino de sinodalidad, que en la pluralidad de expresiones se transforma en sinfonía de unidad, himno a la comunión trinitaria.
TÚ, FRANCISCO, que has experimentado la armonía de la paz contigo mismo, con Dios Padre de todas las cosas y con la entera familia de las criaturas, abre nuestra mente, nuestro corazón y nuestros sentidos a una transformación radical, para alcanzar la altura, la amplitud y la profundidad de una verdadera conversión ecológica, primer don que las poblaciones amazónicas esperan de nosotros, ciudadanos del planeta.
TÚ, FRANCISCO, que desnudo fuiste al encuentro del Sultán de Egipto, Malik Elkamil, experimentando una hospitalidad recibida y donada, permítenos dejar las sandalias, el bastón y la alforja para poder llevar el evangelio desnudo, la buena nueva a cada hombre, poniendo así la salvación al alcance de todos, como servidores inútiles de tu Reino que viene.
TÚ, FRANCISCO que has recomendado a tus hermanos de amarse mutuamente con cuidado maternal y conmovido por la tierra, madre y no solo hermana la has visto como símbolo de un nuevo estilo de gobierno, ayúdanos a reconocer a la mujer un mayor espacio que restituya a la Iglesia la feminidad de la “Esposa del Espíritu Santo”.
TÚ, FRANCISCO que has besado las manos al “sacerdote pobrecilllo”, porque ellas solamente nos pueden ofrecer el cuerpo de Cristo, acompáñanos en el descubrimiento del valor de esta mesa de vida eterna, de la cual se alimenta la Iglesia en su camino hacia los pastos de la tierra nueva.
TÚ, FRANCISCO que has escuchado la invitación de Cristo a reparar la Iglesia, pide para nosotros una escucha profunda de la palabra que habla en el Evangelio, en los pobres y en el Libro de la creación, para ser Iglesia profética, siempre dispuesta a ponerse en camino, a tejer relaciones de paz, a hacerse sierva de todos, para que la humanidad de cada clase social, de cada raza y religión se convierta en asamblea de todas las gentes, realizando la promesa de pentecostés, según la cual todos seremos uno en el fuego que arde y no consume, todos entrelazados en el himno a la vida sin ocaso.