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El Dicasterio para la comunicación de la Santa Sede, el Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam) y la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosas/as (CLAR), presentaron el viernes 16 de junio el documento “Hacia una plena presencia, una reflexión pastoral sobre la participación de los cristianos en las redes sociales”.

“La realidad digital no es un instrumento en el mundo, no solo por su no neutralidad, sino porque para el mundo es una cultura,” mencionó Mons. Lucio Ruíz, secretario del Dicasterio para la Comunicación, durante la presentación del documento titulado: “Hacia una plena presencia, una reflexión pastoral sobre la interacción en las redes sociales”.

El evento efectuado este 16 de junio convocó a Paolo Ruffini, prefecto del Dicasterio para la Comunicación, Mons. Lucio Adrián Ruíz, secretario del Dicasterio para la Comunicación, Mons. Jaime Spengler, presidente del Celam, Mons. Lizardo Estrada, secretario general, la Hna. Daniela Cannavina, secretaria general de la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos (CLAR), Mons. Daniel Blanco, coordinador del Consejo del Centro para la Comunicación del Celam, el P. Pedro Brassesco, secretario general adjunto, Albertina Navas del Centro para la Comunicación del Celam y Oscar Elizalde director de la dependencia.

Misioneros en la era digital

Un espacio que desde la escucha y el análisis de la realidad, nos dejó una serie de claves para la lectura y apropiación del documento que a todos ha de interpelarnos frente a la forma en la que hacemos presencia en las redes sociales de acuerdo con la fe que profesamos y las opciones profesionales que hemos hecho a lo largo de la vida, entonces es inevitable preguntarse ¿Es posible la misión en la era digital?

Paolo Ruffini, abrió el coloquio explicando que el logo del documento muestra la imagen de dos peces, que además de ser un símbolo cristiano pretenden mostrar la importancia de la mirada que expresa la dinámica del encuentro, lo que nos invita a trabajar en el mundo digital por una comunicación para vivir y no para dividir, para cultivar relaciones y no antagonismos.

Conscientes de que vivimos un tiempo en donde más que la armonía de Pentecostés, sentimos la confusión que siguió a la destrucción de la torre de Babel, al ver que todos se malinterpretan y luego se quejan por ser malinterpretados; el catedrático insistió en que es muy importante que los católicos discutamos entre nosotros, sobre las forma que usamos para comunicar el Evangelio y recordemos que la comunicación en la Iglesia nació como respuesta a la llamada de Cristo resucitado. «A veces nos gusta pensar que la comunicación depende de los medios como mera transmisión de noticias, conocimientos, nociones, emociones y ciertamente lo es, pero es preciso recordar que la comunión es el secreto de la comunicación de la Iglesia».

Si bien existen muchas reflexiones sobre los desafíos que tenemos en este tiempo para comunicar, debemos tener la certeza de que la Iglesia siempre ha aceptado el desafío del tiempo. La tecnología no solo ha cambiado el mundo, sino que se ha vuelto parte de nosotros mismos; entonces si el hombre ha sido el creador de la tecnología es su deber guiarla con el corazón que es lo que hace única a la inteligencia humana.

Retos del lenguaje

Continuando con la reflexión Mons. Lucio Ruiz, aclaró que la realidad digital no es un instrumento sino una cultura en tanto define la manera de vivir, aprender, enseñar, comprar, vender en incluso cambiar los afectos, por lo que el reto está en pasar del uso de la herramienta a la cultura que se habita, se comparte. «La evangelización implica presencia» lo que dicho de otra manera es entender y asumir que la encarnación del verbo es la única ley y criterio para toda evangelización,» un acto permanente de comunicación.

Por su parte Mons. Jaime Spengler, recordó que la era digital llegó para quedarse y ciertamente ofrece muchas ventajas y posibilidades, por lo que no se puede desconocer la importancia de usar lo digital para evangelizar la clave esta en el uso de estos medios de la mejor forma posible como en su tiempo lo hizo Jesús, haciendo uso de un lenguaje apropiado. En esta línea el prelado aseguró que «tal vez necesitamos descubrir un nuevo lenguaje para utilizar mejor los medios digitales y así colaborar más intensamente en la obra de evangelización junto a nuestros pueblos,» para que la tecnología que está a nuestra disposición, venga verdaderamente al encuentro de las necesidades de nuestro tiempo y que el Evangelio llegue a todos los hombres y mujeres de este tiempo.

Acto seguido Mons. Lizardo Estrada, insistió en las posibilidades que nos abren a la acción pastoral siempre en diálogo con la cultura digital que desde su perspectiva hoy suscita amplias interpelaciones sobre nuestro quehacer. “Es un asunto que involucra, sin duda, a los profesionales de la comunicación como a los pastoralistas en general, pero también es un tema de gran prioridad para todo el Pueblo de Dios, toda vez que los procesos comunicativos no son ajenos a nuestra esencia antropológica ni a nuestra misión evangelizadora,” aseguró reiterando su invitación a entender lo que esto implica y los desafíos que nos trae como Iglesia latinoamericana y caribeña, siendo parte de este espacio de socialización y provocación sobre el devenir de la presencia de los cristianos en las redes sociales.

Conectados no comunicados

«La comunicación empieza con la escucha y la conciencia de esa presencia viva que tenemos al frente» afirmó la Hna. Daniela Cannavina, al analizar el apartado del documento que reflexiona sobre esa transición que hay desde la conciencia al verdadero encuentro con el otro. La religiosa recordó que estar conectados no significa estar bien comunicados. De hecho, nunca estuvimos tan conectados como ahora. Contamos con la capacidad de fortalecer conexiones preexistentes y crear nuevas relaciones. La tecnología nos sitúa a un clic de las formas para facilitar la vida y en la misma medida lo estamos para bloquear, anular, eliminar, denunciar y borrar a alguien sin dolor.

Ante ese rostro hermano y su historia que nos interpela y la abundancia de información, tenemos muchas ventajas y es posible que estemos dispuestos a conocer la vida del otro, pero no a conocer la historia que nos pertenece, lo que constituye todo un riesgo que no favorece la comunicación. Por eso, la religiosa indicó que «no debemos impedir que se nos robe la intimidad” esa habilidad de estar separados, la soledad que nos permite conocernos, encontrarnos con nosotros mismos; para luego llegar a los demás sin perder de vista que la escucha surge del silencio y se hace necesario tener la suficiente apertura para recibir e interactuar con el don del otro.

Del encuentro a la comunidad fue el tema al que se refirió el P. Pedro Brassesco, recordando que es frecuente entre los sacerdotes cuestionarse sobre si es posible vivir la fe comunitaria cuando hablamos de lo digital o la virtualidad, o si solo basta el cara a cara para lograrlo. El sacerdote afirma que el texto no cierra la discusión sobre el tema y más bien da pautas para que podamos hacer un camino juntos y que con un carácter sinodal logremos avanzar sin ignorar la diferencia que existe entre una y otra realidad, adaptándonos al cambio y sin dejar de plantearnos en como pasar de esta conexión a la construcción de la comunidad mediante practicas comunicativas adecuadas.

En este sentido para el sacerdote la palabra clave es la complementariedad que supera la lógica de los opuestos y entiende que ambas cosas pueden darse a la vez y pueden ofrecer una gran riqueza que se adapte a las necesidades del tiempo que vivimos.

Cercanía, comprensión y ternura

Finalmente, Albertina Navas enumeró los efectos de la pandemia en la comunicación digital entre los que están la infodemia, la hipersensibilidad que genera una comunicación polarizada, los ciclos atípicos que se presentan en las redes sociales y la desinformación, donde se mezcla lo verdadero con lo falso y la ausencia de contexto, lo que desubica al consumidor y le impide hacer juicios de valor con suficientes argumentos.

Pese a este entorno la invitación de la investigadora es a entender la comunicación como un regalo desde varios abordajes: en primer lugar está el uso común de la palabra, poniendo un sello característico a nuestra comunicación en redes sociales que debe distinguirse por la cercanía, la comprensión y la ternura. Lo importante es ser empáticos dando valor a la diferencia, opinando desde el dolor del otro, sintiendo la emoción del otro.

Lograrlo implicará el uso de historias que nos logren identificar con las experiencias ajenas, usando el lenguaje adecuado para cada red social, sin perder la esperanza de construir comunidad en un mundo fragmentado, siendo reflexivos, activos, no reactivos y siempre sinodales. Estar en comunión con los otros es hacer visible que Dios también se comunica con nosotros, algunos retos que tenemos ante la constante transformación de las redes sociales.

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