- Comentario de la Semana [22 de marzo – 26 de marzo]
El Domingo de Ramos es un domingo de alegría. “La entrada en Jerusalén es un testimonio de la heredad profética en el corazón de ese pueblo que aclama a Cristo. Al mismo tiempo, es una verificación y una confirmación de que el Evangelio, anunciado por Él durante todo este tiempo, a partir del bautismo en el Jordán, da sus frutos”. (Juan Pablo II, 12 de abril de 1981)
El Domingo de Ramos nos hace recordar que “Jesús de Nazaret no es simplemente un genio religioso… no es solamente un gran profeta, en quien se habría manifestado la presencia de lo divino; no es un superhombre o un supermístico, cuya acción y cuya doctrina podrían fascinar a almas sensibles…Jesucristo es «el Cristo, el Hijo de Dios vivo» (Mt 16, 16) (Papa Pablo VI, 19 de marzo de 1978)
El Domingo de Ramos nos enseña a descubrir lo que agrada a Dios verdaderamente: «No quisiste sacrificio ni oblación; pero me has formado un cuerpo» (Hb 10, 5). En lugar de los sacrificios cruentos y de las ofrendas de alimentos se pone el cuerpo de Cristo, se pone él mismo. Sólo «el amor hasta el extremo», sólo el amor que por los hombres se entrega totalmente a Dios, es el verdadero culto, el verdadero sacrificio”. (Papa Benedicto XVI, 16 de marzo del 2008)
El Domingo de Ramos es una invitación a la fraternidad: “El drama que estamos atravesando en este tiempo nos obliga a tomar en serio lo que cuenta, a no perdernos en cosas insignificantes, a redescubrir que la vida no sirve, si no se sirve. Porque la vida se mide desde el amor. Ante Dios que nos sirve hasta dar la vida, pidamos, mirando al Crucificado, la gracia de vivir para servir. Procuremos contactar al que sufre, al que está solo y necesitado. No pensemos tanto en lo que nos falta, sino en el bien que podemos hacer”. (Papa Francisco, 05 de abril 2020)
El Domingo de Ramos es un tiempo de gracia, de conversión y de esperanza.
P. Guillermo Inca Pereda
Secretario Adjunto de la Conferencia Episcopal Peruana