- Comentario de la Semana [01 de mayo – 08 de mayo]
En el contexto de sufrimiento que estremece al mundo, la celebración del Día de la Madre nos devuelve la fragancia de la alegría y el color de la esperanza.
No hay reflejo más cercano al amor de Dios por nosotros, que el amor de una Madre. Solo una Madre, es capaz de creer en su hijo cuando ya nadie confía; solo Ella sigue viendo un inocente cuando todos lo acusan; solo Ella lo sigue defendiendo cuando todos lo condenan; solo Ella, sigue iluminando su recuerdo, con amor y ternura, cuando todos lo han olvidado.
“Las madres -decía Papa Francisco- son el antídoto más fuerte a la difusión del individualismo egoísta”. En efecto, Ella, a la que agradecemos por habernos engendrado al banquete de la vida, le agradecemos aún más por habernos engendrado en su corazón para siempre: palpitando con cada hija en sus tristezas y alegrías, caminando con cada hijo en sus derrotas y victorias.
Decía Madre Teresa de Calcuta, a las Madres: “Enseñarás a volar, pero no volarán tu vuelo. Enseñarás a soñar, pero no soñarán tu sueño. Enseñarás a vivir, pero no vivirán tu vida. Sin embargo… en cada vuelo, en cada vida, en cada sueño, perdurará siempre la huella del camino enseñado”. En efecto, lo que siembra una Madre en el corazón de sus hijos, nunca se borra.
Que La Virgen Santísima, Madre de Cristo y Madre nuestra, les bendiga con salud y con paz. ¡Feliz día de la madre!
R. P. Guillermo Inca Pereda,
Secretario Adjunto de la Conferencia Episcopal Peruana