Después de más de 120 días de emergencia sanitaria, la situación en Perú sigue siendo complicada por la pandemia. En medio de este flagelo, la Amazonía ha sido duramente golpeada, sin embargo, la Iglesia ha sabido responder con sentido de urgencia en esta situación. En palabras del nuevo Obispo Vicario Apostólico de Yurimaguas, Monseñor Jesús María Aristín, nombrado el pasado ocho de julio, “la reacción de la Iglesia en la emergencia del COVID19 ha sido, sin duda, la mejor de todas”.
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Semanas atrás los medios mostraban imágenes de hospitales en la selva rebasados en su capacidad. En el ámbito urbano, “lo duro ya lo pasamos hace 2 o 3 semanas. Se morían muchas personas diariamente. La pandemia nos pilló con un sistema sanitario pobrísimo. Dentro del territorio del Vicariato existen solo dos hospitales, apenas hay postas médicas, la calidad de los médicos aquí deja mucho que desear, y las medicinas son carísimas. Hoy la pandemia está aconteciendo en los pueblitos en torno a Yurimaguas”, expresa Mons. Aristín.
Para el Obispo de Yurimaguas, quien fue Administrador Apostólico de la misma jurisdicción desde el 2016, la respuesta que dio la Iglesia fue a todo nivel. “Se han distribuido miles y miles de bolsas de alimentos, miles de soles se han gastado en dar de comer a las familias más pobres. Solo en Yurimaguas hay como 70 asentamientos humanos o pueblos jóvenes. Con la asesoría de un grupo de médicos, se han comprado y distribuido gran cantidad de medicinas que han permitido salvar cientos de vidas. Hoy estamos abocados a juntar recursos para comprar una planta de oxígeno que se puede sumar a la ya existente”.
El Vicariato también actuó a favor de las personas que querían regresar a su ciudad natal. “A los inmigrantes que vivían en lima y se les había acabado el trabajo, que no podían más, nadie quería recibirlos. ¿Quién los ha recibido? Pues como siempre la Iglesia. En el auditorio de la Catedral y en albergues hemos recibido a decenas de personas. Son gestos que se han ido haciendo en diversos lugares y que realmente es algo encomiable”.
Monseñor Aristín también es enfático cuando habla sobre la debida atención que merecen los ciudadanos amazónicos por parte de los organismos estatales en este tiempo. “Las necesidades son inmensas. Yo entiendo que no hay presupuesto para todos, pero también es cierto que habría que priorizar de alguna manera las zonas más pobres, más necesitadas, que no todo quede en Lima o en las grandes ciudades. Acuérdate un poco de la selva hermano mío, que también somos seres humanos”.
“Estamos discriminados, marginados siempre ha sido así y seguirá siendo así desgraciadamente, pero bueno, por lo menos tenemos que levantar la voz para decir: señores, no hay derecho, no es justo, vamos a distribuir un poco con más equidad y atender las necesidades, porque tan valiosa es la vida de un loretano como la de un limeño”, agrega.
Finalmente, Mons. Aristín pide que miremos a nuestro prójimo con solidaridad para evitar más sufrimiento. “Sé sensible a las necesidades de nuestros vecinos. Si tú tienes a una madrecita anciana, un ancianito que no tiene comida pues comparte con él un plato de arroz. Ese es el pan nuestro de cada día que vamos dando. Esta pandemia nos ha dejado a todos realmente transformados. Quiera Dios que salgamos renovados de esta gran crisis”.
El Vicariato Apostólico de Yurimaguas, en sus más de 70 mil km2, comprende las provincias loretanas del Alto Amazonas y del Datem del Marañón, además de una parte de Lamas y San Martín, en la región de San Martín. La población es agrícola – ganadera y hay 10 etnias originarias en su territorio. La jurisdicción atiende a 800 comunidades cristianas, por intermedio de 25 sacerdotes, 50 religiosas misioneras y 40 laicos consagrados.