- Comentario de la Semana (20 de diciembre – 24 de diciembre)
En el crepúsculo del Paraíso cuando la arrogancia humana frustró el Proyecto de Dios, el mismo Señor sembró la semilla de la esperanza mesiánica, cuando les dice: “»Haré que haya enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya. Ella te pisará la cabeza mientras tú herirás su talón». (Gén 3:15).
La historia humana, por la bondad del Altísimo, no estuvo condenada para siempre sino marcada por la misericordia y la promesa de la salvación, que se realizaría, como dijo el Apóstol, cuando llegase la “plenitud de los tiempos”.
Belén, en la noche santa del nacimiento de Jesús, recoge la esperanza de los pueblos y contempla al Hijo de Dios, nacido de María, recostado en un pesebre. Solo los pastores lo supieron y fueron a buscarlo: lo adoraron y lo amaron porque lo sintieron como uno de ellos: humilde y cercano a los olvidados y vulnerables de la tierra.
Navidad es un misterio de amor. El Hijo hecho Palabra, marca desde ahora el sentido de las acciones de todos los hombres: construir caminos de fraternidad, de servicio y de misericordia; anunciar que ya nadie está ya solo desde que Cristo se ha encarnado; trabajar por un mundo donde la justicia y la paz florezcan en favor de los humildes de la tierra.
Enseña el Papa Francisco: “Asumamos un compromiso concreto, aunque sea pequeño, que se ajuste a nuestra situación de vida, y llevémoslo adelante para prepararnos a esta Navidad”[1]. ¡¡Feliz Navidad!!
P. Guillermo Inca Pereda
Secretario Adjunto de la Conferencia Episcopal Peruana
[1] Papa Francisco, 20 de diciembre de 2021