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Jr. Estados Unidos 838. Jesús María.
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  • Comentario de la Semana [23 de noviembre- 27 de noviembre]

El primer domingo de Adviento nos invita a vigilar. El cristiano es un hombre llamado a la vigilancia, es decir, a velar, cuidar, esperar, discernir, a no dormirse… porque no sabe en qué momento volverá su Señor. Pero, una tensión constante debilita; entonces, ¿dónde se encuentra la fuerza interior para estar siempre vigilante? Esa fuerza nace de la confianza en Dios y de la conciencia de ser amados profundamente por él. La vigilancia es un cántaro de alegría y una atalaya de esperanza.

La vigilancia es necesaria para no dejarse vencer por el tedio de la vida que hace al ser humano incapaz de apreciar lo bueno, lo bello y lo grande de la existencia y de la fe. Cuando se debilita la esperanza todo parece inútil y sin sentido. Entonces la amargura y el mal humor toman posesión de nosotros; nuestro corazón ya no sabe amar, ya no sabe acoger a los otros con una sonrisa, ya no sabe dar esperanza.

Nos exhorta el Papa Francisco: «Siempre debemos vigilar contra el engaño, y la seducción del maligno». «Podemos hacernos la pregunta: ‘¿vigilo sobre mí, sobre mi corazón, sobre mis sentimientos, sobre mis pensamientos’? ¿Custodio la presencia del Espíritu Santo en mí? «No hay posiciones a medias…el demonio es astuto. ¡Jamás ha sido expulsado para siempre! Sólo el último día lo será».


P. Guillermo Inca
Secretario Adjunto de la Conferencia Episcopal Peruana

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