- Fieles celebraron el 425 Aniversario de la llegada de la Virgen de Cocharcas a Apurímac.
- Sagrada Eucaristía fue concelebrada por Mons. Richard Alarcón, arzobispo de Cusco; Monseñor Salvador Piñeiro, arzobispo de Ayacucho; por Mons. Gilberto Gómez, obispo de Abancay, y una veintena de sacerdotes de la diócesis apurimeña.
Miles de fieles devotos de la Diócesis de Abancay celebraron los 425 años de la llegada de la Sagrada Imagen de la Virgen de Cocharcas durante la Sagrada Eucaristía concelebrada por Mons. Richard Alarcón, arzobispo de Cusco; Monseñor Salvador Piñeiro, arzobispo de Ayacucho; por Mons. Gilberto Gómez, obispo de Abancay, y una veintena de sacerdotes de la diócesis apurimeña.
Además del aniversario de la llegada de la Mamacha, se conmemoraron los 400 años de la inauguración del santuario colonial y los 65 años de la creación de esta jurisdicción eclesiástica.
Cuenta la historia que en 1598 Sebastián Quimicchi, natural de San Pedro de Cocharcas, fue favorecido por un milagro concedido por la Virgen de Copacabana, a orillas del lago Titicaca. Emocionado por la bendición encargó al artista Tito Yupanqui, descendiente directo de los Incas, tallar una efigie de virgen para trasladarla a su pueblo.
Desde entonces se desarrolla una penitencia el 8 de setiembre de todos los años desde los pueblos andinos de Apurímac, Cusco y Puno con miles de peregrinos que convergen en la plaza apurimeña como fecha central del Año Mariano que viven estas regiones del sur peruano.
400 años del Santuario de Cocharcas
La Iglesia de Nuestra Señora de Cocharcas fue construida entre los años 1598-1623, y ampliada entre 1672 y 1680. El Instituto Nacional de Cultura y, posteriormente, el Ministerio de Cultura, restauraron el santuario desde el 2008 hasta el 2019. Cocharcas es el segundo santuario mariano de los Andes, después de Copacabana. Sus devotos y peregrinos proceden de las regiones de Ayacucho, Ica, Lima, Junín, Huancavelica, Cusco y Arequipa. En los meses previos a la fiesta, dos imágenes misioneras (La Reina Grande y la Reina Chica) recorren esas regiones en hombros de los quimichus, al son de las chirisuyas. Estos misioneros fomentan su devoción y recogen las limosnas para el santuario.
La Virgen de Cocharcas es una talla de madera policromada confeccionada por Tito Yupanqui, quien también es escultor de la imagen de la Virgen de Copacabana. Existen réplicas de la Virgen de Cocharcas en el distrito de Sapallanga, Huancayo; Orcotuna, Junín; Barrios Altos en Lima, entre otras.
¿Quién fue Quimichi?
A Sebastián Martín Astowaraca lo bautizaron popularmente como el “Quimichi” que en el quechua antiguo significa “portador”. Nacido en San Pedro de Cocharcas 1567, tuvo un desgraciado accidente en medio de las celebraciones del patrono de su pueblo: uno de sus amigos le atravesó la muñeca con una penca de maguey encendida. La herida fue tan profunda que las astillas inutilizaron su mano para siempre. Un vendaje estropeó su vida y su temperamento. A sus 23 años de intensa juventud sintió que era un lisiado al que no querían ni en su propia casa.
En esas condiciones resolvió viajar al Cuzco para buscar futuro y encontró a su paso a otros indígenas que se alimentaban de la caridad del colegio de la Compañía de Jesús. Una india llamada Inés le comentó que había acudido a un santuario en El Collao donde veneraban a una milagrosa Virgen María. Sebastián lo consultó con su confesor, el Padre Gregorio Cisneros, quien lo convenció y animó para que se traslade a buscar la gracia y milagro de la Santísima Virgen.
El indio pasó por Copacabana y llegó a Pucará donde pernoctó. Profundamente dormido sintió que lo despertaron suavemente y advirtió que su mano estaba totalmente sana y sin huellas de herida alguna.
A llegar al Santuario, se postró de rodillas ante el altar Mariano, y decidió adquirir una copia de la venerada imagen para llevarla a su pueblo y promover su culto. Así llegó la Virgen de la Candelaria a Cocharcas en 1598. Ayudado por su primo Tomás Camascusi lograron edificar el santuario actual y murió a los pocos años. Sus discípulos lo proclamaron “Quimichi” que en antiguo quechua significa “Potador”, como un homenaje a su labor misionera.