Cada año, el 30 de agosto se celebra en el Perú la Solemnidad de Santa Rosa de Lima, primer fruto de santidad de la Iglesia en el Perú y en toda América. En la ciudad de Arequipa esta festividad congrega a un gran número de fieles en los diferentes templos como el de “Santo Domingo”, del monasterio de “Santa Rosa” o del monasterio de “Santa Catalina”, además de la parroquia “Santa Rosa de Lima”, ubicada en el distrito de Paucarpata, y otras parroquias donde se venera a la patrona del Perú, América y Filipinas, y también de la Policía Nacional y de las Enfermeras.
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La celebración principal se realizará en la Basílica Catedral, hasta donde se llevará en procesión la bella imagen de “Santa Rosa de Lima” del templo de “Santo Domingo”. La Misa de fiesta será presidida por Mons. Javier Del Río Alba, Arzobispo de Arequipa, a partir de las 10 a.m. En ella participarán miembros de la Policía Nacional del Perú, enfermeras y devotos de la santa peruana. Al final de la celebración, la bella imagen retornará en procesión al templo dominico, donde se celebrará la Misa a las 4 p.m.
La comunidad de madres dominicas del monasterio de “Santa Rosa” también celebrará a su santa patrona, con una Misa en comunidad por la mañana, y los fieles podrán participar en la Misa que presidirá Mons. Raúl Chau Quispe, Obispo Auxiliar, a las 10 a.m. Lo mismo sucederá en la parroquia “Santa Rosa de Lima”, donde la Misa de fiesta será a las 10 a.m. Poco después, la imagen de Santa Rosa permanecerá en el atrio de la parroquia y se realizará la premiación del concurso de dibujo y pintura, entre los niños que se preparan para recibir el sacramento de la Primera Comunión.
Sobre Isabel Flores de Oliva, se sabe que nació a finales del siglo XVI y vivió apenas 31 años. Era una joven simpática y tanto su familia, como algunos pretendientes, hubieran deseado que se casara. Ella, sin embargo, pese a la incomprensión de su madre y otros seres queridos, optó por ingresar a la Tercera Orden de Santo Domingo. Vivió de modo austero en una pequeña celda que se construyó en la huerta de la casa de sus padres, entregada a la oración, la mortificación y el servicio desinteresado a los demás, en especial a los más pobres y necesitados. Llevaba a casa a enfermos de toda índole y los curaba con ternura y suavidad. Al mismo tiempo, con los bienes que podía conseguir socorría a las personas que acudían a ella y daba consejos de orden espiritual y moral. El apelativo de Rosa se lo puso de modo definitivo el segundo arzobispo de Lima, santo Toribio de Mogrovejo, que con la sabiduría que lo caracterizó vio en ella la belleza que transparentaba su alma. Sin embargo, algunos historiadores dicen que ya antes su madre la llamaba así.