- Comentario de la Semana [28 de septiembre – 02 de octubre]
Nos recuerda la Carta a los Hebreros: «Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por su Hijo» (Hb 1,1-2). La historia de la salvación alcanza su plenitud cuando Jesucristo se hace hombre y muere en la Cruz para salvar a la humanidad. El Resucitado reconcilia al hombre con Dios, y le abre las puertas de la salvación eterna.
Anunciar a Cristo es buscar que Dios sea el centro del corazón de hombre para que la humanidad pueda florecer en solidaridad y crecer en lealtad. Decía el Papa Benedicto: “Si Dios pierde la centralidad, el hombre pierde su sitio justo, ya no encuentra su ubicación en la creación, en las relaciones con los demás… con el mito de Prometeo: el hombre piensa que puede llegar a ser él mismo «dios», dueño de la vida y de la muerte”.[1]
Cristo es la Piedra Angular en la construcción de toda vida, más aún cuando esta tiene sed de eternidad. Decía el Papa Francisco: “A través de las “piedras de deshecho”, a través de situaciones de debilidad y de pecado, Dios sigue poniendo en circulación el «vino nuevo» de su viña, es decir, la misericordia. Sólo hay un impedimento ante la tenaz y tierna voluntad de Dios: nuestra arrogancia y nuestra presunción, que a veces se convierte también en violencia”.[2]
Al iniciar el mes morado, mes del Señor de los Milagros, acerquémonos a Cristo en la humildad del arrepentimiento y en la generosidad con los más necesitados.
P. Guillermo Inca
Secretario Adjunto de la Conferencia Episcopal Peruana
[1] Benedicto XVI, Audiencia General del 14 noviembre 2012
[2] Papa Francisco, Alocución previa al Ángelus, 8 de Octubre 2017