El último viernes 21 de mayo, Monseñor Juan José Salaverry fue ordenado como Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Lima. Y aunque la Basílica Catedral de Lima se mostró con un aforo limitado debido a la crisis sanitaria, miles de personas se unieron espiritualmente por medio de las redes sociales para participar de la Misa de Ordenación que presidió el Arzobispo de Lima, Monseñor Carlos Castillo. También estuvo presente el Nuncio Apostólico en el Perú, Monseñor Nicola Girasoli.
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«Pidamos que el Espíritu Santo te envuelva, te anime, te acompañe, te consuele. Y también juntos recibamos la inspiración necesaria para responder a esta vocación que, a la vez, es nuestra misión y responsabilidad», comentó el Arzobispo (leer transcripción de homilía).
Al inicio de su homilía, Monseñor Castillo recordó a Gerónimo de Loayza González, O.P. Misionero dominico, primer obispo y posterior Arzobispo de Lima. Hoy, Juan José Salaverry se une a su legado bajo el lema: La Misericordia y la Verdad nunca te abandonen.
«La misericordia, el amor, es nuestro fundamento, el fundamento por el cual se vino a evangelizar a estas tierras, manifestó el Primado del Perú, fueron inicialmente los dominicos, desde Antillas hasta el Perú, el predicar con la paciencia, con ‘el único modo de anunciar a los pueblos la verdadera religión’: el amor», resaltó.
El Arzobispo de Lima agradeció la buena disposición de Monseñor Salaverry para aceptar el ministerio episcopal encomendado: «con su característica sencillez y su buen aprecio, ha sido superior de su congregación muchos años, ha sido un maestro, ha sido un buen compañero promotor de las personas, y hoy día tenemos la alegría de tenerlo como un colaborador fundamental para nuestra Arquidiócesis, pero también para todo nuestro país y para el episcopado que tanto necesita del empuje de personas, no solamente santas y sanas, sino también capaces de poder orientar con profundidad las cosas», destacó.
Carlos Castillo afirmó que el Espíritu Santo es el fundamento de toda nuestra existencia humana y el fundamento del amor, es la fuerza que nos permite llegar a la verdad: «y la verdad no es más que amor pleno, no es una cuestión intelectual, sino una relación interpersonal fecunda que permite que, a través de la experiencia humana que viene de Dios, pueda iluminar a las personas, ayudarlas a caminar, porque el aliento y la fuerza del Padre no fallan».
«Esta ordenación es tan importante porque te agregas al grupo de los que hemos venido tratando de ser pastores, tratando de amar a nuestra gente. Hoy día estamos alegres porque podemos diversificar nuestras formas de ser pastores en distintos ambientes de acuerdo a las vocaciones que el Señor nos ha dado, de acuerdo a las actitudes que cada uno maneja. No se necesita uniformidad, se necesita diversidad creativa entre nosotros. Y tú tienes tus dones que todos admiramos y queremos. Más allá de tu sencillez, tu precisión, tu calma, tu prudencia para las cosas, nos alienta y nos ayuda a los que somos más apurados. Y aprendemos a complementarnos unos con otros», indicó el Arzobispo.
En otro momento, Monseñor Castillo explicó que el ingreso de Monseñor Salaverry al cuerpo episcopal ocurre en una época definitiva para la Iglesia, la época de la Iglesia Sinodal: «es un proyecto grande que el Papa comprende en estos momentos de la historia, en donde es tal la magnitud de complejidad y de grandeza de problemas, que requiere esa capacidad para ayudarse mutuamente y discernir los signos de los tiempos tan complejos que tenemos, respondiendo a las necesidades y los problemas de nuestro pueblo», precisó.
Por su parte, Monseñor Nicola Girasoli resaltó la prudencia, la paciencia y la experiencia de Monseñor Juan José Salaverry como Comisario pontificio y tantos otros servicios que ha rendido a la Santa Sede: «el Papa Francisco dice en la bula que hemos leído, que como obispo auxiliar debe siempre actuar en colaboración y en reverencia con el Arzobispo, porque eso es, la colaboración que se expresa en la unidad».
Monseñor Salaverry: «Aprenderé a ser pastor, según el corazón de Dios»
Llegado su turno, Monseñor Salaverry dedicó unas emotivas palabras a su familia, de quien aprendió el sentido de servicio y la fuerza para salir adelante. También reconoció que se inspira mucho en su Padre Fundador, Santo Domingo de Guzmán: «ahora, mientras se me imponía el Evangelio, le he pedido a Domingo de Guzmán que interceda por mí, para que siga abriendo mi corazón y mente a la Palabra.
«Con ustedes, hermanos obispos del Perú, y con la ayuda, amistad y calidez paterna de Monseñor Carlos Castillo y mis hermanos obispos de la Arquidiócesis de Lima, aprenderé a ser pastor, según el corazón de Dios: caminando junto con el Pueblo de Dios y dispuesto a aceptar lo que el Espíritu me pida en este ministerio marcado por el sello de la Pascua», concluyó Juan José Salaverry.