En un emotivo encuentro de esperanza y gratitud, este lunes 27 de septiembre se hizo oficial la ceremonia de Apertura del Proceso de Beatificación y Canonización del Padre Luigi Bolla, misionero salesiano que donó su vida a la evangelización de los pueblos Shuar y Anchuar.
La ceremonia contó con la presencia de Monseñor Carlos Gustavo Castillo Mattasoglio, Arzobispo de Lima y Primado del Perú; Reveranda Madre María Elena Camones More, Canciller del Arzobispado de Lima; R.P. Sandro Gabriele Carbone Carbone, Delegado Episcopal; R.P. Edwin Limas Falcón , OSJ, Promotor de Justicia; R.P. Manuel Ernesto Zegarra Basurco, Notario Actuario; y P. Jesús Adrián Jurado Alarcón SDB, Vice Postulador.
«El Padre Bolla supo entender la sintonía que hay entre el Evangelio y lo que el pueblo Achuar tenía. Él supo entrar en lo más hondo de la lengua y del corazón de la gente. Que este ejemplo para todos también nos permita intervenir en nuestra sociedad en un momento difícil y complejo, para comprender el gran desafío que tenemos de que el amor reine por medio del Espíritu de Dios de forma gratuita y generosa», dijo el Arzobispo de Lima.
Lo que sigue
Al iniciarse el Proceso de Apertura del proceso de Beatificación y Canonización, ahora el Tribunal Constituido para la causa escuchará y recogerá todas las pruebas y testimonios que permitan ver con claridad la personalidad y la espiritualidad del siervo de Dios, así como el ejercicio de las virtudes y posibles milagros atribuidos a la intercesión del Siervo de Dios.
Un misionero entregado a los pueblos indígenas
El P. Luigi Bolla nació en Italia en el año 1932, y falleció en Perú en 2013. De joven, siendo su hermano seminarista, el P. Bolla, explicaba que sintió una voz que le llamaba a ser sacerdote: «Mientras entrábamos a la capilla escuché una voz que me decía: ‘Tú también, como tu hermano, podrías ser sacerdote. Serás misionero entre los pueblos de la selva. Comunicarás mi Palabra'».
Siendo misionero, dedicó su vida a la evangelización de los pueblos indígenas presentes en Perú. Con el objetivo de comunicar el Evangelio y anunciar el Reino de los Cielos, decidió vivir con la tribu Anchuar, situados en la zona fronteriza con Ecuador y a varios días de viaje del municipio más cercano. Para ello se dispuso a aprender el idioma del pueblo indígena.
«Lo que te apoya al final es el Evangelio y la fe. Todo lo demás es secundario», sentenciaba el sacerdote durante su testimonio como misionero, al tiempo que explicaba que «la vocación misionera es un don extraordinario que el Señor da, y nunca en la Iglesia debería morir».