- “Somos una ofrenda viva a Dios y a Su Reino, en pobreza, en castidad y obediencia”, señaló Monseñor Pedro Barreto Jimeno, Primer vicepresidente de la CEP.
Uniéndonos a la Iglesia desde el corazón de Cristo, obispos, sacerdotes y religiosas celebraron la XXVII Jornada mundial de la Vida Consagrada con una Eucaristía presidida por el Cardenal Pedro Barreto Jimeno SJ, Arzobispo Emérito de Huancayo, y concelebrada por Mons Juan José Salaverry, OP; presidente de la Comisión Episcopal de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica de la Conferencia Episcopal Peruana, y por Monseñor Edinson Farfán Córdova, OSA, Obispo de Chuquibambilla.
La Santa Misa contó, además, con la presencia de Superiores Mayores, Regionales y locales de Congregaciones, sacerdotes, religiosos, religiosas de vida contemplativa y de vida apostólica, miembros de Institutos Seculares y Sociedades de Vida Apostólica.
En la procesión de entrada las religiosas de los Monasterios de Vida Contemplativa llevaron simbólicamente los cirios encendidos al altar recordándonos el motivo de nuestra vida: ser reflejo de la luz y la esperanza de Cristo allí donde nos encontremos.
La Vida Consagrada como encuentro con Jesucristo
Cardenal Pedro Barreto, Primer vicepresidente de la CEP, en su homilía nos recordó que la vida consagrada es una responsabilidad que implica «transmitir la alegría del Evangelio y del encuentro personal y comunitario con Jesucristo en medio de los avatares de la vida:
Afirmó, también, que en medio de gran diversidad de carismas que tiene la vida consagrada, necesitamos «mirar el horizonte de la Iglesia universal» desde nuestra realidad peruana, para «caminar juntos con el Papa Francisco en una Iglesia sinodal y misionera», anotó.
“Tenemos que caminar juntos en este proceso de conversión a Dios, para que nos ayude de manera permanente y firme a escuchar el clamor de los pobres. Pido a la Virgen María y la especial intercesión de San José que nos ayuden a vivir con alegría esta misión que Dios nos pone en nuestras manos como personas consagradas a Él”, agregó Cardenal Barreto Jimeno.
La consagración es una donación desinteresada
En un mundo donde muchas cosas juegan un diferente y determinante papel, muchas cosas nos impactan, muchas melodías y distracciones nos envuelven y encandilan, etc., esta fiesta nos invita a dar todo lo que valemos por Dios y su pueblo, al servicio de Dios.
La fiesta de la consagración del 2 de febrero y todos los días, es para nosotros, los consagrados, un llamado a volver a comprometernos, volver a ese sí inicial, y a vivirlo en plenitud de entrega con alegría, con pasión, con disponibilidad, en donación desinteresada a quien más necesita de Dios.
Extracto de la homilía del Papa Francisco 02, febrero, 2024
“… La espera de Dios también es importante para nosotros, para nuestro camino de fe; cada día el Señor nos visita, nos habla, se revela de maneras inesperadas, y al final de la vida y los tiempos vendrá, por eso Él mismo nos exhorta a permanecer despiertos, a estar vigilantes, a perseverar en la espera. Lo peor que nos puede ocurrir es caer “en el sueño del espíritu”, dejar adormecer el corazón, anestesiar el alma, almacenar la esperanza en los rincones oscuros de la decepción y la resignación.”