- Comentario de la Semana (08 de noviembre – 12 de noviembre)
“Cuando lleguen aquellos días, después de la gran tribulación…el universo entero se conmoverá”, escribe San Marcos (Mc 13, 24). Este lenguaje apocalíptico parece aterrador, sin embargo, tiene por finalidad alentar a los cristianos perseguidos a no caer en la desesperación. Les recuerda que incluso en medio de la más oscura tormenta y la peor situación, Dios no nos abandona.
Enseña el Papa Francisco: “la historia de la Humanidad, como la historia personal de cada uno de nosotros, no puede entenderse como una simple sucesión de palabras y de hechos que no tienen sentido”[1]; el tiempo no es cíclico, sino que avanza hacia una meta final: el Reino de Dios anunciado por Jesucristo.
Nadie sabe la hora en que llegará el fin del mundo, solo el Padre. Por lo tanto, la preocupación del cristiano es el presente: discernir los signos de los tiempos; superar las propias crisis personales; establecer lazos de fraternidad y amistad; apostar por los sueños de una humanidad nueva, pero con los ojos fijos en Jesús y su promesa de eterna comunión con Dios.
Jesús es el punto de encuentro de toda la humanidad, es el Redentor. Él ha cambiado la historia, le ha dado sentido y lo lleva a la plenitud: Jesucristo es el Señor.
P. Guillermo Inca Pereda
Secretario Adjunto de la Conferencia Episcopal Peruana
[1] Papa Francisco, Ángelus del 18 de noviembre del 2018
