Tan pronto como surgió la epidemia, el Gobierno haitiano anunció medidas drásticas para contener su propagación. De esta forma, se prohibieron las reuniones de más de 10 personas. Asimismo, la población está luchando por cumplir las prohibiciones, puesto que la gran mayoría de la población depende de la economía informal para sobrevivir día a día.
En cuanto a la iglesia, los lugares de culto han sido cerrados. «Las misas se celebran en grupos muy pequeños, con una distancia segura respetada, además se realizan en las plazas frente a las capillas, en áreas ventiladas», explica el P. Richard Frechette.
Orfanato en cuarentena; escuelas cerradas
En contacto con los enfermos de COVID-19, el Padre Rick solo irá el próximo domingo al orfanato de la asociación «Nuestros Pequeños Hermanos y Hermanas» para celebrar la Misa de Pascua. El establecimiento está en cuarentena. Por ello, ninguno de los 600 niños puede salir y nadie entrar. También se han cerrado las escuelas de la Fundación Saint-Luc, creada en 1999 para asegurar la integración de los más pobres. Están pensando en clases de nueve alumnos para respetar las reglas vigentes.
Haciendo mascarillas
Al igual que en otros lugares, el equipo de protección médica es muy deficiente. El taller de costura de Francisville ha producido 30.000 máscaras con material enviado desde Italia. Con el apoyo de la Fundación Francesca Rava, el centro de capacitación prosigue e incluso acelera su producción de pan y pasta. La agricultura y la cría de peces tilapia también se intensificarán, explica el Padre Frechette en una carta a la fundación italiana. Si se cierran los programas contra la desnutrición, continuará la distribución de ayuda a los pobres en los barrios de chabolas, así como la distribución del agua.
En tanto, en la Capilla del Hospital Infantil de San Damián en Tabarre, cerca de la capital, el Padre Richard encendió una vela hecha con la cera de sus abejas. El fuego permanecerá encendido hasta el final de la epidemia.