- Desde la Conferencia de Aparecida, 2007, hasta Querida Amazonía, 2020: un largo camino que continuó con la Conferencia Eclesial de la Amazonía
“El Papa Francisco convocó el Sínodo de la Iglesia en la Amazonía porque la vida, don de Dios, la tierra y las culturas, se encuentran bajo presión y cada vez más amenazadas en el territorio”, dice el Documento Final del Sínodo Amazónico, planteando un reto inédito. “El Papa Francisco en su visita al Brasil en julio de 2013, expuso a los obispos su preocupación por la protección de la Amazonía y declaró que la Iglesia está llamada a renovar su misión y su presencia en el territorio con una renovada evangelización en favor de la vida”, recordó Monseñor Miguel Cabrejos Vidarte.
El Santo Padre percibió, en aquel entonces, que “el actuar de la Iglesia en la Amazonía va a ser la prueba mayor para la Iglesia en América Latina en el contexto actual. Así, el Papa Francisco presentó los cuatro sueños personales, proféticos, e hizo suyas las cuatro conversiones del Documento Final. Estos cuatro sueños son trasversales, repetidos y enriquecidos desde los enfoques de la pastoral, la cultura, la ecología y la sinodalidad”, enfatiza Cabrejos Vidarte.
De esta manera, los cuatro sueños fueron presentados por el Papa Francisco en la Exhortación Apostólica postsinodal Querida Amazonía. “Nos hablan de profecía y de actitudes y prácticas que pueden transformar las realidades duras de nuestra humanidad y nuestra tierra heridas. El grito de la tierra y de los pobres claman hoy por respuestas creativas de una auténtica pastoral”, señaló el Obispo peruano.
El hombre y la tierra
De acuerdo a su análisis, la manera de operar de la industria extractivista, explotando los recursos naturales, resulta en daños con niveles intolerables para la salud del territorio y la de sus habitantes. Las aguas están contaminadas, el bosque tropical es víctima de incendios, y los pueblos originarios no son capaces de defender sus tierras frente a tales proyectos que no producen el desarrollo deseado, sino la destrucción y la muerte, explicó.
Los pueblos originarios de Latinoamérica tienen una profunda conciencia de este vínculo fuerte entre nosotros y la tierra. Saben que del cuidado de la tierra depende nuestra vida presente y futura en este planeta, reflexiona Miguel Cabrejos. “En este momento crítico para el planeta y la humanidad es decisivo que tomemos mayor conciencia de la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta”, insistió.