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  • Comentario de la Semana [14 de septiembre – 18 de septiembre]

Contrastando con la indiferencia y las preocupaciones materiales de nuestra cultura, el evangelio nos pone como tema central: la salvación eterna. En efecto: Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen a conocer la verdad (1Tim 2,4). Es por eso que «la salvación es la cuestión humana primordial»[1]

El odio, el hambre, la violencia o la destrucción del planeta, nos recuerdan que necesitamos ser salvados. La Iglesia nos recuerda que hemos sido redimidos y justificados por la muerte de Cristo: “La justificación no es solo remisión de los pecados, sino también santificación y renovación del interior del hombre”[2].

La santidad, es creer en Jesucristo Resucitado, con todo el corazón y profesar que Él es el Salvador; es ponernos en un camino de conversión personal y comunitaria; es comprometernos con los más humildes y vulnerables con acciones concretas y eficaces, a ejemplo del buen samaritano.

«La espera de una tierra nueva no debe amortiguar, sino más bien avivar, la preocupación de perfeccionar esta tierra, donde crece …la nueva familia humana… Por ello, aunque hay que distinguir cuidadosamente progreso temporal y crecimiento del reino de Cristo, sin embargo, el primero, en la medida en que pueda contribuir a ordenar mejor la sociedad humana, es de gran importancia para el reino de Dios»[3]

Decía el Papa francisco: “Dios habla amorosamente a la conciencia de sus hijos para que se arrepientan y se dejen amar por él. La salvación es siempre es un don gratuito de Dios, pero supone la decisión de escucharse, escucharlo y dejarse corregir por El”.

Padre Guillermo Inca Pereda
Secretario Adjunto de la Conferencia Episcopal Peruana


[1] O. González de Cardeal, Cristología (Madrid 2001), 496.

[2] Concilio de Trento DS 1528

[3] Gaudium et spes, 39

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