El Padre Carrasco, misionero en la Amazonia peruana, conversó con Vatican News acerca de las carencias que tiene su pueblo para enfrentarse a la pandemia y el compromiso de los laicos por el cuidado de la casa común, cinco años después de Laudato si’.
Para las Iglesias en la Amazonía, el quinto aniversario de la publicación de la Encíclica Laudato Si’, celebrado el pasado domingo 24 de mayo, coincidió con un momento de preocupación por la propagación de la pandemia del COVID-19. La Semana Laudato Si’, promovida por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral tuvo como objetivo profundizar en los contenidos de la encíclica de 2015, por lo que se vivió con intensidad, pero también con preocupación en Perú.
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Actualmente, el Padre Roberto Carrasco, misionero peruano de los Oblatos de María Inmaculada, viene trabajando en el pueblo de Aucayacu, en el Valle del Alto Huallaga, Diócesis de Huánuco. El sacerdote fue uno de los pocos representantes en todo el mundo que participaron el Sínodo sobre la Amazonia realizado en el Vaticano en octubre de 2019.
«Del lunes 18 al viernes 22 de mayo pensamos en un programa especial para la Radio de las Oblatas Misioneras de María Inmaculada que tenemos aquí en la selva amazónica, en esta parte central de Perú. El objetivo era profundizar sobre cada capítulo de la encíclica escrita por el Papa hace cinco años y debo decir que gracias a la participación de misioneros, laicos, sacerdotes y religiosos, que compartieron el micrófono conmigo, lo logramos», dijo el Padre Carrasco a Vatican News.
Según explicó, el propósito de este programa especial fue crear un clima de reflexión sobre la llamada central de la Laudato si’, que es la necesidad de cuidar lo que el Santo Padre llama nuestra «casa común». Asimismo, durante la transmisión de estos programas se resaltó la importancia del protagonismo de los laicos, porque son ellos «los que están inmersos en el mundo, viven la realidad del trabajo y por lo tanto es a los laicos a quienes debemos implicar más como Iglesia en este compromiso por la creación».
– ¿Qué importancia tiene hoy en día esta Encíclica para la evangelización del Amazonas?
Padre Roberto: Aquí en la Amazonia, el misionero, la misionera, el sacerdote y el laico encuentran en las páginas de Laudato si’ una oportunidad única para fomentar las dinámicas de la escucha y la propuesta de diálogo que son urgentes hoy en día. Vivimos de hecho una realidad en la que los gobiernos han abandonado totalmente la selva amazónica, cada vez más devastada por la política extractiva. Por lo tanto, hay un espacio importante para la Iglesia en el Amazonas hoy en día que necesita ser alimentado por las relaciones, las oportunidades de crecimiento, las oportunidades de conocer tantas culturas y conocimientos ancestrales que todavía no conocemos tanto.
– ¿A qué punto está la recepción de la Exhortación Apostólica Querida Amazonia por parte de la población y en qué medida le ayuda este documento?
PR: A principios de este año 2020, en la Iglesia de Jesús Salvador, aquí en la misión de Aucayacu, comenzamos a leer la Exhortación y empezamos a sentir, sobre todo por parte de los laicos, el deseo de profundizar en ella. Este es de hecho un documento que nos presenta el desafío muy urgente de proteger la casa común, que ahora no sólo concierne a la Iglesia, sino a cada pueblo, a cada persona. Es un compromiso que debería unir en esta parte del mundo a toda la familia humana, cristiana y católica bajo la guía del Papa Francisco para compartir sus sueños: sociales, culturales, eclesiales y ecológicos. Cuando estuvimos en el Sínodo el pasado octubre, hablamos a menudo de la necesidad de conversión. Hoy podemos soñar, pero con los pies en la tierra. Así que dirijo una invitación muy urgente a todos a leer Querida Amazonia que está totalmente conectada con Laudato si’ y es en cierto sentido la hija de esa Encíclica. Con los laicos de esta comunidad de la parte central de la Amazonía peruana estamos convencidos de que debemos trabajar aún más para hacerlos protagonistas de este compromiso. Lo importante es crear conciencia de lo importante que es cuidar juntos el Amazonas, los ríos, toda la selva, el ecosistema, toda esta hermosa realidad que está en una difícil situación de constante amenaza. Este documento post-sinodal abre por lo tanto nuestras mentes, nos permite conocer mejor, a través de un lenguaje muy simple, lo que el Papa Francisco nos pide: debemos soñar, repito, pero soñar con los pies bien puestos en la tierra.
– Padre Carrasco, ¿cuál es la situación de la pandemia del Covid-19 en su comunidad y cómo intenta la Iglesia ayudar a la población?
PR: La misión de Aucayacu no está en una gran ciudad, somos una pequeña comunidad en medio de la naturaleza y nos sentimos muy responsables ante esta pandemia que poco a poco ha empezado a afectar a la población. Al principio no había nadie infectado, ahora hay unas 35 personas afectadas por el virus y sólo ha habido una muerte. Nuestra primera preocupación como parroquia ha sido tener una opción preferencial por los más pobres de los pobres. Así que, con la ayuda de la conferencia religiosa peruana, pudimos montar un comedor donde unos 50 pobres pueden almorzar de lunes a sábado. Una iniciativa muy simple pero muy hermosa para estar cerca de la población, naturalmente respetando las recomendaciones sanitarias del gobierno. Además, con un grupo de representantes de diferentes organismos políticos y algunos particulares, empezamos a ocuparnos de un centro de salud gubernamental que se encuentra en una situación de escasez y abandono total.
Actualmente, si se presenta un enfermo de COVID-19 en este centro, los médicos, el personal sanitario, no pueden atenderlo. El paciente debe ser llevado a la ciudad más cercana, a unos 60 km de distancia. Cerca de 80 mil personas viven aquí, pero hay un total de dos o tres médicos, cuatro o cinco enfermeras, un biólogo y algunos otros trabajadores de la salud, y lamentablemente muchos de ellos ya están infectados. Por lo tanto, este virus está causando una gran preocupación en la población, todos tienen miedo de ser infectados. El sábado 23 de mayo, hicimos una colecta que habíamos organizado con el comité del sector para recaudar la mayor cantidad de dinero posible para ayudarnos a luchar contra la pandemia. Bueno, logramos reunir la suma de 55.000 soles, la moneda peruana, lo cual es muy bonito porque nunca habíamos llegado a tal cifra. Tanto es así que seguiremos recolectando hasta el final del mes porque todavía hay mucha gente con un gran corazón que quiere ayudarnos.
Esta es una maravillosa oportunidad para nosotros de estar cerca de la gente. Pero, como dice el Papa Francisco, para derrotar esta pandemia, este virus, debemos trabajar juntos, debemos estar unidos. También porque es una guerra terrible: en Perú ya hay más de 100.000 infectados y más de 3.000 muertos y entre los pueblos indígenas, en toda la cuenca del Amazonas, el virus se está propagando y lleva un clima de miedo a todos los pueblos. Nos corresponde a nosotros, como misioneros, aportar las palabras adecuadas para animar y dar esperanza ante una situación verdaderamente angustiosa por la falta de médicos, de hospitales.
Aquí existe realmente en toda la Amazonia la amenaza, el riesgo de un etnocidio y como misioneros estamos trabajando para brindar fe y esperanza.
Fuente: Vatican News