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Este 11 de abril, Lunes Santo, tras una larga espera, la población Cusqueña se volvió a encontrar con el Señor de los Temblores, Patrón Jurado del Cusco. La salida de la Sagrada Imagen de la Basílica Catedral del Cusco estuvo llena de emoción de parte de la feligresía, quienes lo esperaban desde la última vez que lo vieron en el atrio el año 2019.

Mons. Richard Daniel Alarcón Urrutia, Arzobispo Metropolitano del Cusco, en su reflexión dijo lo siguiente:

Para poder escuchar el mensaje de su Palabra este mensaje debe de ser una lección para todos nosotros quienes somos portadores del mensaje del amor, de la paz, de la fraternidad, que nos trae el Señor. Esta noche saludamos a todos los hermanos congregados en esta bendición del Taytacha de los Temblores, gracias por su presencia, también queremos saludar a los que están conectados a través de las redes televisivas y de las redes sociales que están llevando esta bendición para todos los lugares especialmente, a nuestros hermanos enfermos en los hospitales o postrados en sus casas, también a nuestros hermanos internos de los penales que están conectados con nosotros, para recibir la bendición de nuestro Taytacha y a todos los que de una manera o de otra están unidos en esta celebración.

En el evangelio San Juan nos dice “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su hijo único para que todo el que crea en Él tenga la vida eterna Dios”. No mandó a su hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por medio de Él.

Nuestro pueblo se ha congregado esta noche en esta histórica plaza, para recibir la solemne bendición del Señor de los Temblores, nuestro Patrón Jurado, en este lunes Santo 2022. Hoy se realiza un hermoso encuentro entre Dios y su pueblo, entre Jesucristo crucificado y sus fieles cusqueños, después de haber esperado 2 años por la terrible pandemia que hemos sufrido. Vivamos con alegría este encuentro. El Señor nos mira. A todos y a cada uno de ustedes dirige su mirada: a todos sus hijos que se han concentrado para esperar su bendición.

Este es un encuentro muy significativo, porque estamos viviendo momentos de mucha preocupación. Como si estuviéramos en medio de una tormenta, nuestra barca se bate al vaivén de las olas, en nuestro corazón todavía hay miedo e incertidumbre; hoy ya no tenemos los temblores de la tierra, pero sí tenemos los temblores de muchas crisis, crisis desde las familias, crisis sociales, crisis que amenazan la paz, la convivencia social y política. Hermanos ¿quién de nosotros no tiene su corazón con estas preocupaciones o estos problemas? Por eso estamos aquí para presentarnos delante de nuestro Señor Jesucristo, qué es el camino, la verdad y la vida, la luz que ilumina nuestros senderos. En Él ponemos nuestra confianza, Él nos conoce a cada uno de nosotros, hoy más que nunca necesitamos de su Palabra y de su bendición.

En primer lugar, queremos pedirle perdón y pedir su misericordia. Ponemos en sus manos y en su corazón, todas nuestras preocupaciones, nuestras crisis personales, familiares, sociales, nuestros temblores, que remecen nuestra alma y nuestro espíritu; pedimos al Señor que nos dirija su mirada llena de amor y nos deje su palabra de aliento, que aumente nuestra fe, que nos atienda con su infinita misericordia. Hoy Jesús nos dice en su Palabra: “tanto amó Dios al mundo que envió a su hijo único”. Hoy debemos sentirnos amados por Dios porque el amor de Dios es nuestra única esperanza. Nuestros dolores y preocupaciones no son motivo de una indiferencia de Dios, al contrario, conmueve su corazón. Dios sabe de nuestros sufrimientos, conoce nuestras debilidades y Él nos ofrece su amor, su cercanía, su escucha. Su amor nos da fuerzas para levantarnos y seguir en nuestro camino, la prueba de su amor está en su Hijo entregado a la muerte y crucificado para nuestra salvación.

En Jesús se muestra el amor de Dios, así es cómo debemos ver al Señor de los Temblores. Cada vez que lo miramos recordamos el amor de Dios para cada uno de nosotros en la cruz. Jesús nos ha perdonado a pesar de ser pecadores. Hermanos: Dios nos ama. Nunca pensemos que por nuestro pecado Dios nos olvida, se aleja o nos desprecia. Jesús vino a salvar a los pecadores y no a los justos, por eso hermano, hermana, en este momento siente en tu corazón el amor de Dios a través de Jesús, Él te dice con su cuerpo llagado, crucificado, que Dios te ama, que Dios te cuida, que Dios te protege.

¿Qué más nos dice Jesús esta noche? Que creamos en Él. Creer en Jesús es escuchar su Palabra, para tener el amor de Dios debemos siempre escuchar a Jesús, hoy más que nunca Jesús nos pide trabajar por la paz y la unidad. Sí creemos en Jesús, somos sus discípulos y tenemos la misión de dar testimonio de la paz. No podemos vivir enfrentados o divididos, no permitamos que el odio o la violencia rompa nuestra unidad. El Perú es católico desde sus raíces y debemos vernos como una sola familia. A decir del Papa Francisco, estamos llamados a construir la fraternidad y la amistad social porque somos hermanos y no enemigos. Trabajemos por la paz que Jesús nos ganó con su muerte y su resurrección. Jesús no ha venido a condenarnos, sino a salvarnos del pecado, de la maldad, de la injusticia, de la violencia, de la corrupción. Por eso hoy pidamos a Jesús que con su bendición logre la unidad y la paz para nuestro pueblo, la paz de Jesús se fundamenta en la verdad, en la Libertad, en el respeto de unos y otros en la justicia y en la moral social. La paz de Jesús es tarea de todos nosotros.

Por eso esta noche hagamos un firme compromiso, cada uno en el lugar que nos corresponde en nuestra sociedad cusqueña, de volver al Señor, de volver a nuestra fe, de cambiar nuestros pensamientos egoístas, de cambiar nuestras acciones negativas. Cambiemos nuestro estilo de vida y busquemos ser como Jesús, quién pasó su vida haciendo el bien. Que todos nosotros busquemos hacer el bien, busquemos cada día el bien común para todos. Hermano, hermana: Jesús cuenta contigo, no lo defraudemos.

Ahora nos disponemos a recibir con corazón alegre la bendición del Taytacha como un signo de su amor, para volver a nuestras vidas ordinarias, a nuestras casas, a nuestros centros de trabajo, que no nos falte la salud, el trabajo, la armonía y la paz. Vamos a compartir esta bendición con todos y salgamos de esta reunión, de este encuentro con Jesús, bendecidos para llevar su bendición a todos los demás.

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