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Desde este domingo 10 de octubre, la imagen del anda del Señor de los Milagros se expondrá en el Monasterio Las Nazarenas para reencontrarse con sus fieles después de dos años de encierro debido a la pandemia. Durante la ceremonia de apertura, Monseñor Carlos Castillo, Arzobispo de Lima, explicó que aunque no podamos reunirnos en procesión, el Señor sigue recorriendo las calles de nuestro pueblo a través del paso de nuestra vida diaria.

«Toda nuestra ciudad se estremece y realiza en el corazón de su vida, de sus calles, de sus casas, una actitud de acompañamiento. Y acompañar al Señor es seguir el mismo camino que Él hizo: servir, cuidar, alentar, ayudar y dar esperanza», expresó el Arzobispo de Lima.

Nuestro país está urgido de reconciliación, de reencuentro en torno a los problemas más álgidos que tenemos los peruanos y tienen relación con el hambre, la miseria, la injusticia, la enfermedad. Y para eso es que estamos en un camino de conversión.

«Cada año hemos acompañado al Señor de los Milagros, y en un día como este, lo levantábamos para que camine en nuestras calles –prosiguió el Arzobispo de Lima– Ahora somos nosotros que venimos a acompañarlo en una procesión personal para salir en misión y acompañar a los que sufren mayores dificultades, especialmente en la enfermedad».

Una procesión personal que nos inspire a salir en misión

Monseñor Carlos aseguró que es necesario un cambio en nuestra actitud para solucionar los problemas de manera pacífica, teniendo un país estable que no permita que la pobreza siga desarrollándose como una epidemia peor que la Pandemia:

«El Señor viene en nuestra ayuda para alentar y fortalecer nuestra humanidad, porque somos todos hermanos y hermanas, Fratelli Tutti, como dice el Santo Padre. Y por primera vez en la historia de nuestra sociedad, tenemos una ocasión para que el gran cambio del Perú sea un cambio espiritual, con nuevos valores, con las actitudes del Señor, con su generosidad, con su paciencia, tratando de comprender que en el otro – por más que piense como piense y sienta como sienta – hay algo más grande: ser hijo de Dios, reflejo del amor del Padre, capaz de abrirse, de cambiar y de mejorar», resaltó el Primado del Perú.

El Arzobispo de Lima reiteró que todos estamos llamados a encontrarnos: «El Señor nos hace encontrarnos, el Espíritu de este amor difundido por nuestra ciudad, por siglos, tiene que dar fruto. Agarrémonos a su Espíritu y a su entrega generosa, y que la imagen nos recuerde lo más hondo que tenemos todos: hemos sido creados para amar como Él amó», precisó.

Finalmente, Monseñor Castillo saludó la iniciativa y la creatividad que tuvieron las hermanas Carmelitas y la Hermandad del Señor de los Milagros para vivir una procesión distinta: «esta será una procesión personal que nos permitirá contemplar el rostro del Señor y mantener una íntima relación de oración, pero que necesita también un proceso de conversión por nuestra parte para salir en misión y ser un milagro para los demás», acotó.

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