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El mensaje del Papa Francisco para la 106º Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado, que se celebrará el próximo 27 de septiembre, está dedicado al drama de los desplazados internos. «Un drama a menudo invisible», afirma el Pontífice, que la crisis mundial causada por la pandemia del COVID-19 ha agravado ya que «en sus rostros se refleja el de Jesús refugiado». De ahí que el lema escogido para este año sea “Como Jesucristo, obligados a huir. Acoger, proteger, promover e integrar».

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«En la huida a Egipto, el niño Jesús experimentó, junto con sus padres, la trágica condición de desplazado y refugiado, marcada por el miedo, la incertidumbre, las incomodidades», explicó el Santo Padre en su escrito, señalando que lamentablemente, en nuestros días, millones de familias pueden reconocerse en esta triste realidad.

Se trata de millones de personas en todo el mundo que huyen del hambre, de la guerra, la pobreza y la explotación, entre tantos otros peligros, con el anhelo de buscar un lugar seguro donde poder construir una vida mejor para ellos y sus seres queridos.

Jesús también fue un refugiado

En este contexto, el Vaticano presentó el segundo video de la campaña de comunicación de la Sección de Migrantes y Refugiados del Dicasterio para la Promoción del Desarrollo Humano Integral. Este material contiene las palabras del Papa grabadas por Vatican Media, que nos invitan a recordar que Jesús también fue un refugiado obligado a huir y que por eso está presente en cada uno de ellos, «obligados, como en tiempos de Herodes, a huir para salvarse«.

En el video, el Santo Padre hace hincapié en la importancia de acercarnos a la dura realidad de estas personas «para servirlos», saliendo al encuentro de sus sufrimientos y necesidades, sin caer en los miedos y prejuicios.

El niño desplazado en Sierra Leona

Junto a las palabras del Santo Padre se escucha el testimonio de Tijan, un joven africano de Sierra Leona que tenía 6 años cuando se convirtió en un desplazado interno a causa de la guerra civil que azotó a su país en 1996. Él relata cómo su aldea, Namasadu, fue atacada: su hermano Omar fue reclutado como niño soldado, mientras que él fue acogido por unas religiosas misioneras de la Iglesia católica que lo recibieron con los brazos abiertos.

Religiosas salvan la vida de miles de niños

En el video, el joven señala que cualquiera que llegara a este refugio de las misioneras era recibido con amor, «porque cuando uno escapa de casa no tiene otro lugar a donde ir. Allí nos ayudaban, teníamos comida, un sitio donde dormir, había otros niños».

«Estas hermanas me salvaron la vida -recuerda Tijan- y no solo a mí, sino también a miles de niños huérfanos o no acompañados que llegaban a este hogar», añade.

A través de esta historia, se reafirma una vez más, la necesidad urgente de impulsar esa Iglesia en salida misionera de la que habla el Papa Francisco que va en plena sintonía con el mensaje del Pontífice para esta Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2020:

«Estamos llamados a reconocer en sus rostros el rostro de Cristo, hambriento, sediento, desnudo, enfermo, forastero y encarcelado, que nos interpela (cf. Mt 25,31-46). Si lo reconocemos, seremos nosotros quienes le agradeceremos el haberlo conocido, amado y servido».

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