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  • Comentario de la Semana [18 de mayo – 22 de mayo]

La crisis originada por la pandemia del coronavirus sigue golpeando con fuerza la ya debilitada resistencia de nuestra población. En este contexto suenan proféticas las Palabras del Papa Francisco cuando estuvo en Lima: “No se dejen robar la esperanza”. En efecto, hoy más que nunca necesitamos ser fuertes, resistir y confiar en la Providencia de Dios.
 
Enseñaba San Juan Pablo II, en 1978: “La virtud de la fortaleza requiere siempre una cierta superación de la debilidad humana y, sobre todo, del miedo. Porque el hombre teme por naturaleza espontáneamente el peligro, los disgustos y sufrimientos. Pero no sólo en los campos de batalla hay que buscar hombres valientes, sino en las salas de los hospitales o en el lecho del dolor. Hombres tales podían encontrarse a menudo en campos de concentración y en lugares de deportación. Eran auténticos héroes”.
 
Desde el campo del dolor tenemos que mirar el horizonte de un mañana victorioso, como recomendaba el Papa San Juan XXIII: “La Iglesia asiste en nuestros días a una grave crisis de la humanidad, que traerá consigo profundas mutaciones. Un orden nuevo se está gestando, y la Iglesia tiene ante sí misiones inmensas, como en las épocas más trágicas de la historia. Porque lo que se exige hoy de la Iglesia es que infunda en las venas de la humanidad actual la virtud perenne, vital y divina del Evangelio”. (Humanae salutis, 3)
 
Que la Virgen Santísima, Madre de toda la humanidad, interceda por nosotros para que nunca se apague la llama de la fe, la luz de la esperanza y el calor de la caridad.

R. P. Guillermo Inca Pereda,
Secretario Adjunto de la Conferencia Episcopal Peruana

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