Este 12 de julio se realizó una eucaristía por la inauguración del nueva sede del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM), presidida por Monseñor Miguel Cabrejos, Presidente del CELAM, y concelebrada por elCardenal Michael Czerny, Prefecto del Dicasterio para el desarrollo humano integral y por el Cardenal Pedro Barreto, Presidente de la Conferencia Eclesial de la Amazonía (Ceama).
En su homilía, don Cabrejos ha recordado una pregunta surgida en la Asamblea de Honduras (2019): “¿cuáles son los nuevos desafíos para nuestra iglesia a la luz de la quinta conferencia de aparecida, de los signos de estos tiempos y del magisterio del Papa Francisco?”.
Frente a esto, el planteamiento es optar por “una comunidad evangelizadora y en camino la escucha del clamor de los pobres, nos ayude a concretar nuestra opción discipular – misionera, en una nueva perspectiva histórica”.
Escucha activa
“Necesitamos también, una conversión a la experiencia sinodal, que requiere la disponibilidad de todos a fortalecer la cultura del diálogo, de la escucha recíproca, del discernimiento espiritual, del consenso y comunión para encontrar espacios y modos de decisión conjunta, como narran los Hechos de los Apóstoles”, ha dicho.
Asimismo, monseñor Cabrejos apuntó que “la conversión sinodal implica comprender que la sinodalidad se expresa en la circularidad dinámica del consenso de los fieles, de la colegialidad episcopal y del primado del obispo de Roma”.
Para lo cual, “la Iglesia está llamada a activar la escucha de todos los sujetos que en su conjunto forman el pueblo de Dios”.
Desde el Celam y en comunión con el Papa Francisco “los invitamos a profundizar en la teología del pueblo de Dios, considerando la unción del espíritu en los bautizados, que constituye el sentido de la fe de los fieles”.
De hecho, el Papa Francisco asume una frase del concilio: “El pueblo de Dios es santo por esta unción que lo hace infalible ‘in credendo’, esto significa que cuando cree no se equivoca, aunque no encuentre palabras para explicar su fe. Dios dota a la totalidad de los fieles de un instinto de la fe – el sensus fidei- que los ayuda a discernir lo que viene realmente de Dios”.
Por ello, en la realidad que denominamos sinodalidad “podemos localizar el punto en el que convergen misteriosa pero realmente la Trinidad en la historia. De este modo, la palabra sinodalidad no designa un método más o menos democrático y mucho menos populista de ser iglesia.
En definitiva, Sinodalidad “es la dimensión dinámica, la dimensión histórica de la comunión eclesial, fundada por la comunión trinitaria, que apreciando simultáneamente el sensus fidei de todo el santo pueblo fiel de Dios, la colegialidad apostólica y la unidad con el sucesor de Pedro, debe animar la conversión y reforma de la Iglesia a todo nivel”.