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El obispo auxiliar de Cusco y Secretario general del Celam, Mons. Lizardo Estrada, está participando en la 61ª Asamblea General de los Obispos de Brasil, que tiene lugar en Aparecida de 10 a 19 de abril de 2024, donde manifiesta sentirse como en casa. Una presencia con la que quiere “hacer conocer qué estamos haciendo” y “decir que caminamos juntos, ser signo de comunión”.

El Obispo Auxiliar del Cusco recuerda que el Celam nació en Rio de Janeiro en 1955 “para que exista esa ayuda entre obispos, que ayude a crecer en comunión, en colegialidad”, afirmando que “la Iglesia de Brasil, desde su amplitud y experiencia, puede ofrecer luces a América Latina y el Caribe”, destacando la importancia de dejarse guiar por la luz de la sinodalidad.

En entrevista con el equipo de prensa del Episcopado brasileño, ha invitado a sus hermanos a dejarse inspirar, iluminar, que “se abran a la acción del Espíritu Santo, porque desde el principio el Espíritu Santo ha sido protagonista de nuestra Iglesia, de nuestros cambios, de nuestras reformas”.

Pregunta: Usted está participando por primera vez de la Asamblea General de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil, en la que están presentes 442 obispos. ¿Qué representa la CNBB para la Iglesia de América Latina y el Caribe?

Respuesta: Brasil es una de las conferencias más grandes, tiene un camino, ha hecho una manera de ser Iglesia. Hay diferencias, lo que es normal, pero hay una unidad en la fe y en el amor a la Iglesia, en el construir el Reino de Dios. Me he sentido en casa, hay mucha unidad, fraternidad como obispos, como hermanos, como latinoamericanos. Ellos tienen diferencias, por ser una conferencia grande, por tener un camino hecho, pero he visto sólo un lenguaje, el lenguaje de Dios, de la Iglesia, y esto para mí ha sido muy provechoso.

Para América Latina, para el Celam, Consejo Episcopado Latinoamericano y Caribeño, es una riqueza que caminemos juntos como Iglesia del continente. Brasil tiene mucho para ofrecer y también para aprender de otras conferencias episcopales de América Latina y el Caribe.

P: Usted es secretario general del Celam, ¿qué es el Celam, como explicar a la Iglesia de Brasil el papel que el Celam tiene en América Latina y el Caribe y por qué es importante ese caminar conjunto como Iglesia del continente?

R: Desde 1955, el Celam nació de hecho en Brasil, en Rio de Janeiro, era para que exista esa ayuda entre obispos, que ayude a crecer en comunión, en colegialidad. Los valores del Celam son la comunión, la fraternidad, la colegialidad, el diálogo entre nosotros obispos, el servicio, la reflexión sobre los temas actuales. Es responder a los signos de los tiempos, a los desafíos culturales, eclesiales de este tiempo.

El Celam no es otra cosa que estar al servicio de las conferencias episcopales, estar al servicio de los obispos. El Celam lo que hace es responder a las peticiones que hacen las conferencias episcopales, no tiene otro camino. Desde Aparecida, desde la Evangelii Gaudium, con el proceso de renovación y reestructuración iniciado en 2019, el Celam ha querido responder a esto en clave sinodal, sabiendo que el camino que Dios espera para el Tercer Milenio es la sinodalidad.

Caminar juntos es constitutivo de la Iglesia, como nos dice el Papa, para interpretar la realidad con los ojos y el corazón de Dios, que la Iglesia sea participativa y corresponsable. La renovación del Celam va por ahí, estar abiertos a lo que está sucediendo y que la Iglesia sea una casa siempre en renovación.

La presencia del Celam aquí es para hacernos cercanos, para hacer conocer qué estamos haciendo, para decir que caminamos juntos, ser signo de comunión, signo de unidad, en un mundo de división, de polarización, de egoísmos, en nuestro contexto cultural, social, político. Caminar juntos como Iglesia que somos, pues al final lo que es más atractivo es que estamos unidos, que caminamos juntos, que nos entendemos, a pesar de las diferencias que existen. El Celam está desde su inicio para que crezcamos en comunión, en comunidad, en colegialidad, en clave sinodal.

Los obispos brasileños están preparando las Directrices Pastorales para los próximos años, un trabajo en el que avanzará, pero no se concluirá en esta asamblea, y sí tras conocer las conclusiones del Sínodo sobre a Sinodalidad. Caminar juntos y diversidad son términos presentes en el Magisterio del Papa Francisco y de la Iglesia de América Latina y el Caribe. En esa Iglesia sinodal, que siempre ha sido la Iglesia de América Latina, impulsado por el Celam en los últimos años, ¿cómo la Iglesia brasileña puede ayudar a avanzar todavía más?

La Iglesia de Brasil, desde su amplitud y experiencia, puede ofrecer luces a América Latina y el Caribe. Me gusta que ellos estén haciendo este proceso de reflexión, discernimiento, y una vez terminada la Asamblea Sinodal saldrá el documento, y con eso avanzar en un estilo, una forma a la luz del Magisterio del Papa Francisco y del Sínodo. Eso, que es importante, lo podemos aprender en las conferencias episcopales de América Latina y el Caribe, como integrar, como poner como un eje transversal en todas nuestras actividades el tema del Sínodo.

Se nos pide la renovación para responder a los desafíos de este tiempo de la Iglesia, para responder a los signos de los tiempos. Es positivo lo que está discerniendo, trabajando la Conferencia Episcopal de Brasil en este tiempo y en los próximos años llegar a una conclusión y comenzar a caminar con esas luces. Es algo muy bueno, y ojalá que en toda América Latina y el Caribe podamos llevar el Sínodo sobre la Sinodalidad y la Asamblea Eclesial como ejes transversales que puedan ir adelante en nuestros planes pastorales nacionales, diocesanos o por regiones.

P: Para avanzar en ese camino, la metodología que va a ser usada es la de la conversación en el Espíritu, un método que forma parte del proceso sinodal. Usted es miembro de la Asamblea Sinodal, participó de ese modo de discernimiento en la primera sesión de la asamblea. ¿Qué diría a los obispos brasileños, cómo los animaría a avanzar en esa conversación en el Espíritu durante esta asamblea?

R: Es un don que sepamos servirnos de este método de la conversación espiritual, porque ayuda a romper las asperezas. Tenemos las normales diferencias, pero nos ayuda a escucharnos, a escuchar verdaderamente el Espíritu Santo, a que el Espíritu Santo actúe en nosotros y podamos llegar a unas conclusiones que ayudan a la construcción del Reino y a responder a los desafíos más grandes que tenemos en este momento como Iglesia latinoamericana y caribeña.

Por tanto, animo a los obispos, porque es un método que se está usando en muchos continentes, muchísimas conferencias episcopales ya lo han puesto en camino y está dando frutos, en la escucha, en buscar temas comunes, en entendernos y tener una sola visión, no buscar las ideas propias, sino que el Espíritu Santo actúe y nos lleve a lo que quiere de nosotros. Será abrirnos, ponernos disponibles a lo que está queriendo hoy para la Iglesia de América Latina y el Caribe.

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P: Cómo secretario general del Celam, ¿qué les pediría a los obispos de Brasil?

R: Dejarse inspirar, dejarse iluminar, estar abiertos para que el Espíritu Santo actúe, pues desde el inicio el Espíritu Santo es el protagonista de nuestra Iglesia, de nuestros cambios, de nuestras reformas. Por tanto ser disponible, abiertos, que él actúe, que no pongamos muros, que él vaya inspirando, acompañando, iluminando, para que podamos discernir lo que verdaderamente quiere Dios para este tiempo.

Fuente: CNBB

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