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Por Paola Calderón

«Aumentar el Producto Interno Bruto (PIB) con concesiones mineras no implica salir de la pobreza,» advirtió Mons. Miguel Ángel Cadenas, Vicario Apostólico de Iquitos-Perú, al recordar que la falta de inversión en servicios mínimos como agua potable, saneamiento básico, educación, salud y comunicación pueden considerarse como formas que solo logran perpetuar la pobreza.

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Las declaraciones hechas durante la reciente festividad de San Francisco y la publicación de la exhortación apostólica Laudate Deum, obedecen a la preocupación del obispo por la difícil situación que afecta a los habitantes de las riberas del río Nanay y a la misma fuente de agua natural.

El obispo abogó por la urgente implementación de la sentencia del Tribunal Constitucional proferida el 25 de julio de 2023, en donde se aclara la existencia de un estado de cosas inconstitucionales en Loreto, por falta de acceso al agua y la contaminación ambiental. «La concesión minera vulnera la vida de estas poblaciones, incluida la ciudad de Iquitos,» aseguró.

La disposición legal es un llamado a comprender que «es preciso anteponer el bien común sobre el interés propio o el de unos pocos. Se trata de servir en lugar de ser servido”, recordó Mons. Cadenas. El río Nanay hace parte de los territorios de los pueblos indígenas Ikitu y Kukama frente a lo cual el obispo ratificó la necesidad de salvaguardar las cabeceras de la cuenca a lo que se adiciona “la necesidad de reservar el pescado como base nutricional de una vida sana para las poblaciones allí asentadas,» afirmó.

Zona de sacrificio

Recordando que los niveles de desnutrición y anemia son altamente dolorosos en la región, el prelado sostuvo que «no puede haber desarrollo sin vida digna para los moradores del río Nanay”, porque «cualquier proyecto que no pase por solucionar las graves y dolorosas brechas existentes, solo ahondará en la desigualdad».

De acuerdo con las cifras del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) de Perú desde 2007, en la zona del Alto Nanay se viene presentando un problema de desnutrición crónica que en ese entonces ya era del 29,5%. Datos que afirma el obispo son los últimos de los que se tiene conocimiento. No obstante, es una situación que no ha cambiado mucho durante los últimos años.

Al respecto Mons. Cadenas es categórico al recordar la expresión que en otras oportunidades ha usado y con la que en esta oportunidad se refiere a la problemática del Río Nanay que define como una «zona de sacrificio» porque  se trata de territorios donde el Estado no invierte lo suficiente o favorece la contaminación y que generalmente corresponden a zonas de poblaciones vulnerables y no logran percibirse los beneficios futuros para dichos grupos humanos. Aspectos que se cumplen en el caso de la situación que padecen los habitantes de las riberas del río Nanay afectados por la concesión minera y la falta de voluntad política.

Anteponer el bien común

«Invito a los políticos a velar por el bien común, no por el interés de unos pocos. Ahora bien, las comunidades necesitan dinero para su vida diaria, haciéndolas más vulnerables». Para Mons. Cadenas «el Estado no puede, ni debe, unirse a los grupos económicos que solo buscan su beneficio a costa del medio ambiente y de la seguridad alimentaria e hídrica de los moradores del Nanay y de la ciudad de Iquitos».

Razón suficiente para que el prelado insista en que «este deterioro democrático que padecemos es el caldo propicio para todo tipo de comportamientos que vulneran los derechos de los pueblos del río Nanay, incluida la ciudad de Iquitos que recibe los servicios ecosistémicos del Nanay porque no se puede olvidar que el agua es fuente de vida.

Exhortación que el obispo de Iquitos cierra su intervención recordando el Evangelio de Mateo que no pierde actualidad: «Saben que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre ustedes, sino que el que quiera llegar a ser grande entre ustedes, será su servidor, y el que quiera ser el primero entre ustedes, será su esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar la vida como rescate por muchos».

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