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En la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, el Arzobispo de Trujillo y Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana y del CELAM, Mons. Miguel Cabrejos Vidarte OFM, confirió el sacramento del Orden Sacerdotal a cuatro jóvenes y el Orden Diaconal a tres seminaristas, egresados del Seminario Mayor Arquidiocesano San Carlos y San Marcelo.

Alfredo Eustaquio Gamboa, Justus Ndambuki Mwangangi, Carlos Cortéz Zamora y Samwel Gesanda Nyaundi son los nuevos presbíteros, mientras que Alloyce Mmbaka Shijendejende, Simón Benítes Vera y Otto Córdova Pasapera, se convirtieron en los nuevos diáconos para el servicio de Dios, durante una Solemne Eucaristía en la Basílica Catedral, concelebrada por los dos Obispos Auxiliares, Mons. Francisco Castro Lalupú, Mons. Timoteo Solórzano Rojas MSC, y sacerdotes.

Entorno a la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, el Arzobispo de Trujillo pidió al inicio elevar una oración por el Papa Francisco: “Es el Pedro de hoy, pidamos por su salud, sus intenciones y su trabajo petrino”, invitó. Al mismo tiempo pidió rezar por los nuevos sacerdotes y diáconos.

“El Sacerdocio es un don, una gracia para los demás”

Tomando como modelo al Patrono de los sacerdotes, San Juan María Vianney, Monseñor Miguel Cabrejos giró su reflexión en la espiritualidad y compromiso del santo cura de Ars:

“El sacerdocio es el amor del corazón de Jesús, y lo repetía con frecuencia el Santo Cura de Ars. Esta conmovedora expresión nos da pie, para reconocer el inmenso don que suponen los sacerdotes, no solo para la Iglesia, sino también para la humanidad misma”, señaló.

“Me viene a la mente dos frases: La misión de la Iglesia, de Evangelizar, pero también de humanizar la sociedad. Dos aspectos fundamentales no solo para la Iglesia, sino para la humanidad entera”, sostuvo monseñor.

Recordó que el Cura de Ars, era muy humilde, pero consciente de ser como sacerdote un inmenso don para su gente. Él decía así: “Un pastor según el corazón de Dios, es el tesoro más grande que el buen Dios puede conceder a una parroquia y uno de los dones más preciosos de la misericordia divina. Con humidad reconocer, que sepamos que el sacerdocio es un don, un regalo, una gracia para los demás” subrayó.

Resaltó que el Santo Cura enseñaba con su testimonio de vida. “Amaba la Eucaristía, amaba a la confesión, amaba a la Virgen María y persuadía a los fieles para que vengan a comulgar, diciéndoles: “Vengan a vivir de Él, para poder vivir con Él”.

La Misa se desarrolló de modo virtual y presencial, respetando los protocolos de bioseguridad, y contó con la participación de los seminaristas, religiosas y algunos familiares que pudieron participar de esta importarte celebración Eucarística para la vida pastoral de esta Iglesia particular.

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