La presente entrevista fue realizada por el periodista italiano Bruno Desidera de la Agencia de Noticias de la Conferencia Episcopal Italiana (SIR), quien cedió su entrevista en español en exclusiva para ANCEP.
De acuerdo con las cifras del Ministerio de la Salud (Minsa), las muertes por coronavirus en la región de Lambayeque ya suman más de 200. El índice de letalidad en esta región norteña es la segunda con más decesos en el país después de Lima que a día de hoy registra más de 500 fallecidos (10.09%).
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En este contexto, la Agencia de Noticias de la Conferencia Episcopal Italiana (SIG) entrevistó a Mons. Robert Prevost OSA, Obispo de Chiclayo y Segundo Vice Presidente del Episcopado Peruano, quien habló sobre la actual situación de Lambayeque, una de las regiones más golpeadas por la pandemia del coronavirus, y de la labor pastoral y social que viene realizando la Diócesis.
Entrevista completa:
¿Cómo se está desarrollando la situación de la pandemia en el Norte peruano y especialmente el Chiclayo y en la Región de Lambayeque? El sistema sanitario está atendiendo las personas o está colapsado?
La Región Lambayeque es una de las regiones más golpeadas por el COVID-19. Esto especialmente en la ciudad de Chiclayo, que incluye los distritos de Chiclayo, La Victoria y José Leonardo Ortiz. Es la región con más casos después de Lima; tiene la letalidad más alta en el país (11.4%), y el sistema sanitario ya tiene graves problemas para atender a las personas enfermas.
Los hospitales ya estaban cerca del colapso antes del comienzo de la pandemia. Por eso, la pronta intervención del Gobierno nacional y la imposición de normas de aislamiento obligatorio fueron muy oportunas.
Sin embargo, no se ha logrado contener el contagio como se había esperado. La falta de respeto a estas normas del confinamiento, la situación en los mercados populares (donde seguramente se ha dado muchos casos de contagio), y la falta de capacidad para testear a las personas son factores que han afectado la región.
Oficialmente, al día de hoy hay 1,956 casos confirmados, con 172 personas fallecidas. Sin embargo, muchas fuentes están convencidas que el número de afectados y fallecidos es mucho más elevado. Ha habido casos de pacientes llevados a los hospitales (emergencia), que fallecieron en los taxis esperando admisión. Falta personal sanitario en los centros de salud.
¿Cuáles son los principales problemas sociales que se presentan en este momento y por el futuro próximo?
Los efectos de la pandemia son fuertes y afectan la vida a muchos niveles. En la región, 75% de los trabajadores están en el sector informal, y esto significa que no han podido trabajar desde hace más de un mes y medio.
Los colegios estarán cerrados, posiblemente hasta el fin del año (el año académico va de marzo a diciembre). Aunque ha habido esfuerzos grandes para implementar los estudios a todo nivel en forma «virtual», son pocas las horas y se cuestiona la calidad de educación que muchos niños recibirán este año en el sentido de no perder un año completo.
Lambayeque es una región profundamente religiosa, mayoritariamente católica. La necesidad de cerrar los templos ha afectado a muchas personas y familias, como también la dificultad o imposibilidad de organizar programas de catequesis, preparación para los sacramentos, etc. Ha habido mucha creatividad, la transmisión de las Misas vía internet, etc., pero esto no satisface en todo el deseo de participar activamente en la vida de la Iglesia.
Extender el tiempo del confinamiento está causando problemas en las personas, aumentando la ansiedad, el estrés, la salud mental de muchos.
¿Cómo está atendiendo esta situación la Diócesis de Chiclayo?
Desde un principio, se ha buscado aumentar el uso de las redes sociales, con la transmisión de las celebraciones litúrgicas, momentos de oración, oportunidades para los fieles a dialogar y comunicar sus inquietudes a los sacerdotes. Con el equipo de pastoral, a nivel de la Diócesis, estamos organizando una plataforma (virtual) que ofrecerá recursos y propuestas para poder fortalecer la vida de la comunidad eclesial durante este año, con las limitaciones necesarias indicadas por el Estado. Grupos y equipos parroquiales ya se reúnen gracias a distintas herramientos (Zoom, Google, Skype, etc.) que ofrecen la posibilidad de organizar videoconferencias.
En varios lugares de la diócesis, siempre respetando las normas de evitar toda reunión de personas, se han organizado expresiones de devoción y oración, con el Santísimo, con alguna imagen, con atención a los fieles, aunque en forma muy limitada. La solidaridad no ha faltado.
Con el apoyo de Cáritas-Chiclayo, todas las parroquias han atendido las necesidades de las personas más vulnerables. Hay un problema particularmente agudo: la presencia de un gran número de inmigrantes (principalmente venezolanos), quienes no han recibido apoyo del gobierno en estas circunstancias. La Comisión diocesana de movilidad humana ha organizado campañas para poder ofrecer albergue, víveres, alguna ayuda para ellos. Hasta ahora, con Caritas-Chiclayo, hemos ayudado a más de 27,000 personas durante este tiempo.
Igual que en otros lugares, ha habido la escasez de «EPP» (Equipos de Protección Personal) para los trabajadores sanitarios. La diócesis ayudó a conseguir más equipos en el primer momento de la crisis, esperando que desde el Ministerio de Salud se tomarán las acciones necesarias para los trabajadores sanitarios.
También hay un grave problema de hacinamiento en las cárceles (a nivel nacional), con algunos presos infectadas con el coronavirus, y estamos trabajando con el Defensor del Pueblo para buscar soluciones.
¿Qué mensaje se está dando a los fieles?
Seguimos mucho las indicaciones que nos da, directa o indirectamente, el Papa Francisco. Su concepto de los «dos contagios», uno de la pandemia, y el otro, de la ESPERANZA, ha sido muy importante. Ofrecer un mensaje de esperanza, con la insistencia de respetar las normas del distanciamiento obligatorio, forman parte de un camino que ayudará a todos a mirar hacia adelante, con la confianza puesta en el Señor, sabiendo que este periodo va a pasar.
Orando con el pueblo, por medio de las redes sociales ayuda a seguir luchando en este tiempo; ofrece, aunque en forma limitada, consuelo a las familias que han perdido seres queridos. Se vivió la Semana Santa en una manera muy particular este año, y hemos visto que miles de personas sí participaban en las liturgias, reunidas muchas veces con sus familias, para vivir los días de la Pasión y Resurrección con profundo sentido.
También puede leer la entrevista en su versión italiana: