En el marco de las celebraciones por las Fiestas Patrias y el Bicentenario de nuestra Independencia, el Obispo del Callao, Mons. Luis Alberto Barrera Pacheco, MCCI, presidió la tradicional Misa y Te Deum en la catedral del Callao la mañana de este viernes 23 de julio.
- Arquidiócesis de Trujillo celebra las Bodas de Oro Sacerdotales de Mons. Miguel Cabrejos
- Monseñor Carlos Castillo es creado Cardenal de la Santa Iglesia
Esta celebración contó con la presencia del Sr. Dante Mandriotti, Gobernador Regional del Callao, acompañado de autoridades civiles y militares del Primer Puerto.
Durante la homilía, Monseñor Barrera exhortó a las autoridades a buscar el bien común de toda la población y a enfocarse en la educación como una prioridad necesaria para crear ciudadanos libres.
Compartimos aquí algunas líneas de su reflexión:
“Es grande nuestra alegría a celebrar esta Eucaristía de acción de gracias por nuestro bicentenario. Nuestro suelo patrio, 200 años de independencia, de libertad. Podemos sintetizar diciendo que tenemos que mirar el pasado con gratitud, pero también con lucidez para no repetir los errores del pasado. Mirar con agradecimiento a Dios, a los héroes de la patria, a tantos hombres y mujeres que se han comprometido a edificar el Perú de una u otra manera.
Para no repetir los errores que han robado la esperanza a nuestro pueblo, la alegría a nuestra juventud, a tantos pueblos marginados, sobre todo al interior del país en las zonas urbanas, y en la capital.
Solamente seremos libres e independientes si gozamos de una educación para todos, una educación que nos hace libres, que nos da igualdad de posibilidades a todos, hasta el último rincón de nuestra patria. Sin embargo, en estos 200 años, tal no ha sido el caso, muchos lugares de nuestro suelo patrio son olvidados.
Hemos vivido tantas experiencias de dolor, la violencia que azotó a nuestra patria. Hacer memoria del pasado nos ayudará a curar heridas, porque somos un país herido de diferentes maneras. Todavía no somos un país reconciliado., por eso vivir el presente con pasión, tiene que significar para el Perú, no esconder las heridas, no poner un paño piadoso sobre la realidad concreta de nuestra patria, sino asumir con valentía para seguir sanando todas esas heridas que no nos hace un pueblo unido, que no nos hace un pueblo que quiere salir de este sub desarrollo, para buscar todos el bien común de nuestra patria, sobreponiendo intereses. Esos intereses muchas veces entorpece el caminar de nuestra patria.
Vivir el presente con pasión significa poner el hombro de todos, desde las autoridades hasta el ciudadano más humilde, para eso necesitamos una reconciliación. Necesitamos reconocernos iguales.
La base de todo, hombres y mujeres que vivimos en este suelo patrio y que tenemos una misión para hacer más digna la vida del ser humano, del peruano y peruana. Luchar con todo aquello que ensombrece las instituciones de nuestra patria, la corrupción, el egoísmo, aquello que impide el desarrollo integral de los peruanos.
Trabajemos para una cultura de paz de fraternidad, donde aprendamos a respetar las diferencias y aprendamos a buscar los puntos que nos unen. Un jardín manifiesta su belleza por la variedad de las flores que ahí hay. Los mosaicos son bellos, porque manifiestan colores suficientes. Igual, una sociedad, una sociedad es bella, no porque es uniforme, sino por las diferencias. Las diferencias son una gran riqueza. El Perú es un país de todas las sangres, y ese es su potencial, su riqueza. Nadie es más que el otro, todos somos iguales. Si partimos de ese presupuesto, hermanos y hermanas entre todos, trabajaremos por el bien común; entonces el presente se verá con mucha alegría y esperanza.
En estos 200 años hemos perdido mucho tiempo. En el área de la educación no hay igualdad. No es igual la educación que en un barrio de Lima que en la punta de un cerro. ¿De qué igualdad de oportunidades hablamos? Tenemos que trabajar para que la educación sea igual para todos. Solo así podemos ser libres. Cuando hay una buena educación seremos capaces de optar el bien y evitar el mal. Un hombre condicionado por la pobreza, la miseria, la ignorancia, no es libre. Un hombre bien educado, instruido, que tenga lo necesario para vivir cada día, ese sí es libre porque tiene la capacidad de elegir el bien y evitar el mal, de optar cada día por valores que le construyen.
Hemos tocado con nuestros dedos una salud paupérrima, en medio de la pandemia. Tenemos que hacer mea culpa porque el sector salud no es el mejor. Todos somos testigos de esa carencia.
Proyectémonos al futuro con esperanza, de un pueblo unido, de una sociedad que busca el bien común, de una sociedad sana y no enferma. Tender puentes de dialogo. En este caminar nunca estaremos solos. Dios nuestro padre nos ayudará en todo lo bueno que hagamos..”.