Paolo Ondarza – Ciudad del Vaticano
“Una mala hierba venenosa que aqueja a nuestra sociedad y que hay que eliminar de raíz”. Así define el Papa Francisco la violencia contra las mujeres en el mensaje dirigido a los promotores de la iniciativa «Una larga ola contra la violencia masculina contra las mujeres» organizada por la emisora italiana Radio1Rai & Cadmi D.I.Re. El Pontífice nos insta a cortar las raíces culturales y mentales que «crecen en el suelo del prejuicio, la posesión y la injusticia».
Actuar inmediatamente
El llamamiento es a «no permanecer indiferentes», a «actuar inmediatamente, a todos los niveles, con determinación, urgencia y valentía» para dar voz a «nuestras hermanas sin voz». “Nuestro grado de humanidad se revela en el modo en que tratamos a la mujer”, escribe el Papa, pensando en tantas mujeres “maltratadas, abusadas, esclavizadas, víctimas de la arrogancia de quienes creen que pueden disponer de su cuerpo y de su vida, forzadas a rendirse a la avaricia de los hombres».
Las mujeres consideradas objetos
“En demasiados lugares y en demasiadas situaciones – observa el Pontífice – las mujeres son relegadas a un segundo plano”, consideradas “inferiores”, como objetos. Cuando «una persona es reducida a una cosa, ya no se ve su dignidad», se lee en el mensaje, «se la considera sólo una propiedad que puede ser utilizada enteramente, hasta el punto de incluso eliminarla».
Donde hay dominación hay abuso
Francisco subraya el papel ambiguo desempeñado por los medios de comunicación que, por un lado, favorecen la promoción de las mujeres, pero, por otro, «transmiten mensajes basados en el hedonismo y el consumismo, cuyos modelos, masculinos y femeninos, obedecen a criterios de éxito, de autoafirmación, de competencia, del poder de atraer a otros y dominarlos”. Sin embargo – observa el Pontífice – “donde hay dominación hay abuso”, mientras que “el Señor nos quiere libres y con plena dignidad”.
Educar en el respeto
Por eso, según el Papa, es urgente «una acción educativa que, a partir de la familia, ponga en el centro a la persona con su dignidad» y promueva «relaciones justas y equilibradas, basadas en el respeto y el reconocimiento mutuo».