En su tercera encíclica social «Fratelli Tutti» (hermanos todos), publicada este fin de semana en el Vaticano, el Papa Francisco reafirma el mensaje de fraternidad internacional y consolidación de la paz que debemos buscar todas las naciones y todos los seres humanos en la actualidad, incluso en esta época de pandemia.
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Dividido en 8 capítulos, este documento recopila y sistematiza las grandes propuestas de los discursos sociales del pontificado del Papa Bergoglio en Roma y en sus viajes, y pretende ofrecer cuáles son los grandes ideales, con el fin de favorecer una aspiración mundial a la fraternidad y la amistad social. De acuerdo con el Santo Padre, el título de la encíclica proviene de las palabras que San Francisco de Asís utilizaba en las Admoniciones para dirigirse a todos los hermanos y hermanas para “proponerles una forma de vida con sabor a Evangelio”.
A lo largo de sus páginas, este documento papal aborda un conjunto de temas como la cuestión social, política, derechos humanos, globalización, economía, medio ambiente, etc. Un abanico de temas muy importantes para reflexionar, pero donde el punto central es el amor por el prójimo que jamás debe olvidarse.
Asimismo, en la encíclica, el Papa Francisco subraya que un mundo más justo se logra promoviendo la paz, que no es solo la ausencia de guerra, sino una verdadera obra “artesanal” que implica a todos. Ligadas a la verdad, la paz y la reconciliación deben ser “proactivas”, apuntando a la justicia a través del diálogo, en nombre del desarrollo recíproco. De ahí deriva la condena del Pontífice a la guerra, “negación de todos los derechos” y que ya no es concebible, ni siquiera en una hipotética forma “justa”, porque las armas nucleares, químicas y biológicas tienen enormes repercusiones en los civiles inocentes.
El documento expresa también el rechazo de la pena de muerte, definida como “inadmisible”, porque “siempre será un crimen matar a un hombre”, y centra la llamada al perdón, conectada al concepto de memoria y justicia: perdonar no significa olvidar, escribe el Pontífice, ni renunciar a defender los propios derechos para salvaguardar la propia dignidad, un don de Dios.
De igual modo, en el trasfondo de la Encíclica está la pandemia de COVID-19 que, explica el Papa Francisco, “cuando estaba redactando esta carta, irrumpió de manera inesperada”. Pero la emergencia sanitaria mundial ha servido para demostrar que “nadie se salva solo” y que ha llegado el momento de que “soñemos como una única humanidad” en la que somos “todos hermanos”.