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Jr. Estados Unidos 838. Jesús María.
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  • Comentario de la Semana [16 de agosto – 20 de agosto]

Cuando dijo Jesús: “Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida”, llevó a los discípulos a enfrentarse consigo mismos. Debían tomar una decisión radical: o estar con Jesús y su mensaje o alejarse de Jesús.

Quedarse con Jesús significaba salir de uno mismo para acoger al hermano, como recomienda Fratelli Tutti: “El sentarse a escuchar a otro, característico de un encuentro humano, es un paradigma de actitud receptiva, de quien supera el narcisismo y recibe al otro, le presta atención, lo acoge en el propio círculo”. (FT 48)

Alejarse de Jesús, significaba caer en la red de la indiferencia, pues, “como todos estamos muy concentrados en nuestras propias necesidades, ver a alguien sufriendo nos perturba, porque no queremos perder nuestro tiempo por culpa de los problemas ajenos. Estos son síntomas de una sociedad enferma, porque busca construirse de espaldas al dolor”. (FT 65)

Quedarse con Jesús era apostar por el futuro con esperanza, confiando en Dios, que “Cada día nos ofrece una nueva oportunidad, una etapa nueva… un espacio de corresponsabilidad capaz de iniciar y generar nuevos procesos y transformaciones”. Y que nos invita a ser “parte activa en la rehabilitación y el auxilio de las sociedades heridas”. (Cf. FT 77)

Que siempre sean nuestras las palabras del Apóstol Pedro: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” (Jn 6, 68)

P. Guillermo Inca Pereda
Secretario Adjunto de la Conferencia Episcopal Peruana

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