- Comentario de la Semana (20 de setiembre – 24 de setiembre)
Las advertencias de Jesús a la comunidad de los discípulos, bastante duras y exigentes, son un contraste con la indulgencia que demuestra con el hombre que en nombre suyo expulsaba los demonios, sin ser integrante del grupo.
La hipérbole de la piedra de molino al cuello para quien pone un obstáculo o escandaliza a un “pequeñito que cree en El” refleja la gravedad del pecado porque impide el camino hacia la verdadera experiencia de Dios.
Jesús alerta sobre la mediocridad de un discipulado cómodo, que busca una zona de confort y aprende a convivir con el pecado. El simbolismo de sus expresiones, son elocuentes y exigentes. Resalta el peligro de las tres dimensiones que utiliza el pecado: las acciones – simbolizadas en la mano- que condenan al hombre; los caminos -simbolizado en los pies- que escogemos caminar que pueden llevar a la muerte; los juicios y las decisiones -simbolizados en el ojo- que pueden arrojarnos al remolino del mal para siempre.
Enseña el Papa Francisco: “Para vivir con verdadera coherencia cristiana es necesaria la oración, porque la coherencia cristiana es un don de Dios. Es un don que debemos esforzarnos por pedir, diciendo: “Señor, que yo sea coherente. Señor, que no escandalice nunca. Que sea una persona que piense como cristiano, que sienta como cristiano, que actúe como cristiano”[1].
P. Guillermo Inca Pereda
Secretario Adjunto de la Conferencia Episcopal Peruana
[1] Papa Francisco, Homilía en Santa Martha, 27 de febrero de 2014