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El domingo 31 de octubre, el Arzobispo de Piura, Monseñor José Antonio Eguren, presidió en la Basílica Catedral de Piura la Santa Misa ante la Sagrada Imagen del «Señor de los Milagros», con la que cerramos el Mes Morado. Durante la Eucaristía, Mons. Eguren, en sintonía y siguiendo el pedido del Papa Francisco, inauguró el Camino Sinodal en dicha Arquidiócesis, camino que recorreremos juntos todos los que formamos nuestra Iglesia particular.

Amar como el Señor de los Milagros

Durante su homilía, el Arzobispo de Piura recordó que: El amor es la vida íntima de Dios Uno y Trino, porque Dios es Amor (ver 1 Jn 4, 8), y Él derrama su misma vida divina en nuestros corazones para que amando como Él ama, no sólo hagamos felices a los demás y forjemos un mundo nuevo, sino podamos realizarnos plenamente como personas, porque hemos sido creados y reconciliados por el Amor y para el Amor. Fuera del Amor el ser humano nunca podrá reconocerse, ser feliz y salvarse. Sólo amando, es como el hombre se encuentra a sí mismo, y se despliega en plenitud.

Ahora bien, alguno se preguntará con razón: En estos tiempos de tanta confusión y de relativismo imperante en que incluso a lo impuro se llama amor, ¿quién nos revela y nos muestra el amor verdadero, auténtico y genuino, el amor que ennoblece y hace digna la vida? ¿Quién nos enseña a amar de verdad? La respuesta es clara y definitiva para un cristiano: ¡El Señor Jesús!, que para nosotros tiene un rostro muy concreto: ¡El Señor de los Milagros! Nuestro “Cristo Morado” es el amor encarnado.

Él, encarna y expresa de manera perfecta en los dos maderos de su única Cruz, el amor a Dios, su Padre, y el amor al prójimo. El madero vertical expresa su amor obediente a su Padre hasta el fin: “Todo está cumplido” (Jn 19, 30). Y el horizontal, su amor de Amigo fiel por nosotros: “Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo” (Jn 13, 1).

Por eso, el gran desafío que nos deja Octubre es el desafío de amar como el “Señor de los Milagros”. Por eso sería bueno que el día de hoy, cada uno se examinara sobre su vida de amor: En la familia, con los amigos, en el trabajo, con los vecinos, así como nuestra vida de amor para con los más pobres, los enfermos, los desconocidos, el extranjero, incluso con nuestros enemigos. Dios es Amor absoluto, y en tanto que participamos de ese Amor, estamos llamados a compartirlo con todos. No hay “otros” ni “ellos”, sólo hay “nosotros”.

«Cristo de las Maravillas» recorre Piura

Concluida la Eucaristía, la Sagrada Imagen del “Cristo Moreno” salió cargada en hombros de Monseñor y de los miembros de la Hermandad del «Señor de los Milagros» de nuestra Ciudad y a bordo del Nazareno Móvil realizó un recorrido por las principales calles y avenidas de Piura, con rumbo al Monasterio «Santa Teresita del Niño Jesús» de las Madres Carmelitas Descalzas, Guardianas del Señor, donde fue guardado hasta el próximo mes de Octubre en que volverá a salir. El recorrido se realizó con la autorización y el resguardo de nuestra Policía Nacional, y acompañados del cuerpo de Serenazgo Municipal de Piura y del Distrito 26 de Octubre.

A lo largo del recorrido se vivieron hermosas manifestaciones de fe y emocionantes momentos de alegría por parte de los fieles, Instituciones y los integrantes de la Hermandad del «Señor de los Milagros» quienes al paso de la Sagrada Imagen, lo saludaron ofreciéndole hermosas alfombras y arreglos florales, agitando pañuelos blancos e incensando la Sagrada Imagen. Los fieles devotos y familias enteras se asomaban a las puertas, ventanas, balcones y techos de sus viviendas para ver pasar al “Cristo Moreno”, levantando y agitando sus manos en señal de saludo y adoración, presentando ante el Señor a sus niños pequeños, sosteniendo imágenes y cuadros, orando de rodillas, lanzando globos al aire, aplaudiendo efusivamente y entonando hermosos cánticos de alabanza.

De esta hermosa manera hemos concluido este Mes Morado de Octubre, un mes lleno de las bendiciones del Señor, donde en medio de la inmensa alegría de todos sus fieles devotos, salió a nuestro encuentro para hacernos sentir su cercanía, impartirnos su bendición y derramar su amor misericordioso, acogiendo nuestras súplicas y oraciones en estos tiempos de tanta necesidad.

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