Al celebrarse la Solemnidad de Santo Toribio de Mogrovejo, Patrón de la Arquidiócesis de Lima, Monseñor Carlos Castillo presidió la Eucaristía junto a sus obispos auxiliares, Clero de Lima y jóvenes seminaristas: «Que Toribio de Mogrovejo nos siga inspirando, animándonos y dando la fuerza para tener una vocación a su altura», comentó el prelado.
«La Fiesta de Santo Toribio es motivo para retomar la vocación a la cual hemos sido convocados, la vocación del presbiterio en nuestro continente y en el Perú que fue bendecido por la vocación del segundo arzobispo de Lima, y que permitió una recomprensión de cómo se vive el sacerdocio en este continente nuevo», con estas palabras, el arzobispo de Lima dio inicio a su homilía, reconociendo el testimonio de servicio de Toribio y su misión con todos los pueblos del Perú, legado que nos debe interpelar para «plantearnos juntos la cuestión indeleble de la vocación que tenemos como diócesis».
El prelado inspiró su alocución en las palabras que el propio Toribio de Mogrovejo dirigió al rey Felipe II, en una carta que le envió desde Trujillo, en 1594:
“He estado visitando mis ovejas, y confirmando y ejerciendo el oficio pontifical por caminos muy trabajosos y fragosos, con fríos y calores, ríos y aguas, no perdonando ningún trabajo, habiendo andado tres mil leguas y confirmado 500 mil ánimas y distribuyendo mi renta a pobres, con ánimo de hacer lo mismo si mucho tuviera, aborreciendo en atesorar hacienda”.
Monseñor Castillo reiteró que la vida de Toribio estuvo marcada por un constante caminar, recorriendo y visitando los pueblos más remotos para evangelizar, hospedándose por varios días, bautizando y confirmando a cientos de miles, pero, sobre todo, escuchando a la gente y los problemas que sufrían en la vida social.
«Santo Toribio siempre andaba, de ida, con diccionarios en quechua, para que los curas aprendieran la lengua. Luego, a su retorno, volvía con legajos enormes en una caravana de acémilas para mandarlas al rey y ver cuestiones de justicia que se establecían por el maltrato de la colonia a los indios y a los pueblos lejanos», señaló.
Siguiendo el ejemplo de Toribio, el arzobispo Carlos Castillo exhortó a que nuestros sacerdotes y jóvenes seminaristas estén presentes en la vida de la gente permanentemente: «Que no haya duda que, cuando ustedes, los sacerdotes, los diáconos, están con la gente, la gente ve a Jesús. Sin embargo, sin testimonio concreto de cercanía, no pasa Jesús», afirmó.
El obispo de Lima advirtió que las prácticas de especulación y negociación con el dinero son dañinas para la Iglesia, porque prima el interés por ganar y obtener una serie de comodidades. «Este es un problema que sucede en todo el mundo, también en la Iglesia», precisó.
Contrario a esta realidad fue la actitud de Santo Toribio, siempre dispuesto a entregar sus bienes a los pobres: «Esa herencia que nos ha dejado, debe recordarnos que nuestra vocación es Dios y solo Dios. Si nos amparamos en el dinero, nuestra Iglesia se hunde y va muriendo. Por eso, el proyecto de una Iglesia en salida implica superar la frivolidad ontológica que viene con el dinero y su enraizamiento en el ser», aseveró el prelado.
Dar testimonio del amor de Dios solidario.
En otro momento, el Primado del Perú resaltó el trabajo y la acción solidaria ejecutada por muchas de nuestras Parroquias, quienes se organizaron con sus comunidades para compartir y ayudar a nuestros hermanos damnificados por las lluvias, huaicos y el deslizamiento de cerros.
Monseñor Castillo manifestó que es necesaria una lectura evangélica de lo que vivimos en la realidad de nuestros barrios y comunidades para superar los problemas sinodalmente: «Nuestro pueblo empieza a intuir que la vida del dinero no es la mejor vía para vivir, porque genera ambiciones, odios, peleas por ganar más. Estamos llamados a dar testimonio del amor de Dios solidario y que es capaz de compartir efectiva y transparentemente con la gente», exhortó.
Al concluir la Eucaristía, los jóvenes del seminario Santo Toribio de Mogrovejo, llevaron en procesión las reliquias de nuestro santo patrón.
La Solemnidad de Santo Toribio de Mogrovejo, celebrada en nuestro seminario arquidiocesano, contó con la presencia de nuestros obispos auxiliares, Monseñor Guillermo Elías y Monseñor Juan José Salaverry. También participó el rector del seminario, el Padre Luis Sarmiento, el clero de Lima y nuestros jóvenes seminaristas.