Por Mons. Edinson Farfán Córdova, OSA,
Obispo Prelado de Chuquibambilla
Con la apertura del Sínodo convocado por el Papa Francisco en octubre del año 2021, bajo el lema «Por una Iglesia Sinodal de comunión, participación y misión» se invitaba a un proceso de escucha diocesano y continental, donde la Iglesia local y continental pudo reflexionar y dialogar sobre su propia realidad y contexto, una rica experiencia del Espíritu que permitió al Santo Pueblo de Dios expresar su sentir; llegamos ahora a la primera parte de XVI Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos en Roma, lo que estamos viviendo en estos días es un acontecimiento del Espíritu, se propician espacios de encuentro para orar, dialogar y escuchar; en un primer momento en círculos menores (grupos pequeños), luego en congregaciones generales (plenarios), seguidas por las intervenciones libres, la metodología utilizada es el conversatorio en el Espíritu, se hace silencio y todos se ponen a la escucha de los hermanos.
La conversación en el Espíritu es una metodología adecuada para el discernimiento, permite al Santo Pueblo de Dios: el Papa, cardenales, obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos y laicas; poder expresar su voz con libertad y confianza, teniendo presente que el protagonista de este Sínodo es el Espíritu Santo.
La Asamblea sinodal no es un parlamento donde se levanta la mano para votar y aprobar proyectos por mayoría; el Sínodo es un proceso espiritual, está guiado por la acción del Espíritu Santo, por tanto, es necesario para el discernimiento ponerse a la escucha con humildad, sin prejuicios y con mucho asombro dejarse sorprender por el Señor.
En este Sínodo se ha recordado la común vocación de todos los bautizados, el carné de identidad de este Santo Pueblo de Dios es el Bautismo.Todos tenemos la misma dignidad de bautizados, pero cada uno somos diferentes, únicos, y seguimos una particular y personal vocación al servicio de la Iglesia como testimonio del Evangelio; unidad en la pluralidad, pluralidad en la unidad en la corresponsabilidad de los ministerios.
Se reflexiona en un ambiente de oración sobre la necesidad de la formación inicial y permanente para el santo pueblo de Dios, especialmente la formación en los seminarios para los futuros sacerdotes y religiosos. Es necesario profundizar en la Eclesiología del Pueblo de Dios iluminada por el Concilio Vaticano II en su Constitución Dogmática Lumen Gentium para seguir formándose en la espiritualidad de la comunión.
Se constata un clericalismo infecundo que paraliza a la misión de la Iglesia y que solo podrá superarse si hay mayor conciencia de la teología bautismal en servicio a la misión. En este Sínodo se ha constado que hay muchos puntos de convergencia: la opción por los pobres, el cuidado de la casa común, el clamor por la justicia y la paz frente a las guerras, el dolor de los migrantes, las personas con discapacidad, el papel de la mujer en la Iglesia y en el mundo, la evangelización digital, el valor de las culturas autóctonas, los pueblos originarios, la corresponsabilidad de los ministerios, la colegialidad episcopal y la colaboración mutua entre las iglesias locales a través de las provincias eclesiásticas.
Estamos en la tercera semana del Sínodo y convencidos que el Espíritu Santo está hablando y guiando a la Iglesia, debemos ser pacientes, muchos quisieran saber las conclusiones y lo que está ocurriendo en el interior de la XVI Asamblea Ordinaria, sin embargo, hay que tener en cuenta que en esta primera parte no se tomarán decisiones. El diálogo y todo lo reflexionado en este primer momento de la Asamblea debe llevarse a las iglesias locales para ayudar a la Iglesia universal en el discernimiento, todos amamos a la Iglesia, queremos cuidarla y valorarla, sigamos orando por los frutos del Sínodo, sin oración no hay Sínodo.