Por: P. Lucas Vallikattukuzhy (CMI)
La misión en el extranjero de la Congregación de Carmelitas de María Inmaculada (CMI) nació en el contexto espiritual y renovador del Concilio Vaticano II. En ese tiempo, Mons. Redento Gaucci O.Cam., primer obispo de la recién creada Prefectura de Chuquibamba en Perú, buscaba misioneros que colaboraran en el desarrollo pastoral y evangelizador de su joven diócesis. Mientras tanto, en la India, el arzobispo Eugene D’Souza de Bhopal —quien había sido una figura clave para establecer la misión CMI en el norte de la India— presentó al entonces Superior General de la Congregación, el P. Maurus Valiaparambil, a Mons. Gaucci.
A pesar del entusiasmo del Superior General por responder a esta llamada misionera, las circunstancias del momento no le permitieron enviar sacerdotes durante su mandato. Sin embargo, este primer contacto sembró la semilla de lo que años más tarde sería una presencia viva y fecunda de los CMI en tierras peruanas. La historia de la CMI Misión en el Perú comenzó así, desde un deseo profundo de servicio misionero, en respuesta al llamado universal de la Iglesia a evangelizar, especialmente en lugares donde la fe necesitaba arraigarse con mayor fuerza y dedicación.

El Comienzo
El sucesor en el cargo, P. Theobald Pothanikkad, Superior General, decidió enviar al P. Justin Koyipuram, Procurador General de la Congregación en Roma, a Perú, atendiendo las reiteradas solicitudes del Obispo Redento Gaucci. Tras su visita a Arequipa y Chuquibamba, el P. Justin Koyipuram CMI, entonces Procurador General en Roma, elaboró un informe favorable en el que recomendaba acoger la Misión. Con el consentimiento de su consejo, el P. Superior General decidió enviar un grupo de misioneros a Perú. Esta decisión fue comunicada al Obispo Gaucci por medio de una carta (n.º 252/75) con fecha 28 de febrero de 1975.
Se eligieron tres sacerdotes jóvenes para ser los pioneros. Ellos salieron desde la casa general el 6 de septiembre de 1975 a las 11 am al Aeropuerto Kochi y llegaron en Lima, pasando por Roma, el 21 de septiembre de 1975 a las 6 en la mañana. Luego de estudiar español por tres meses, el 8 de diciembre de 1975, el P. Joseph Mundackal fue nombrado párroco de la Catedral de Chuquibamba, y los otros dos fueron sus vicarios parroquiales. El P. Mundackal sirvió allí 12 años hasta su regreso a la India en 1987.
Los primeros obreros en la viña
En 1976, el P. Mathew Alphonse fue a la Arquidiócesis de Arequipa. Primero fue vicario en la parroquia de Nuestra Señora del Pilar. Luego fue párroco en San Pedro de Uchumayo y más adelante en San José de La Joya y Siguas, donde realizo su misión hasta 1987. Durante ese tiempo, el P. Lukose Poondikulam fue su vicario parroquial en San José de La Joya y Siguas. Más tarde, el P. Lukose fue nombrado párroco de Nuestra Señora de la Asunción en Orcopampa, donde reconstruyó la Iglesia. En 1986, el P. Sebastián Puthenkandam se unió al P. Alphonse en San José de La Joya y Siguas como vicario parroquial.

Una Breve Pausa
Durante el período del P. Vijayanad Nedumpuram como Superior General de la Congregación (1984-1990), se produjo un cambio en las políticas misioneras de la CMI. Se decidió que la India debía ser el único y principal destino de las actividades misioneras de la congregación. Como resultado, todos los misioneros en el extranjero fueron llamados a regresar a la India,
incluyendo a los que servían en la misión del Perú. Así, en 1987, los misioneros CMI en Perú volvieron a su país. Sin embargo, esta política fue reconsiderada poco tiempo después. La congregación comprendió que su misión no debía limitarse a una región geográfica, sino que debía estar disponible para servir a la Iglesia dondequiera que fuera necesario. Esta reflexión llevó a romper con las fronteras territoriales y reafirmar la identidad de la CMI como una congregación verdaderamente misionera, al servicio del Evangelio en todo el mundo.

El Regreso
En 1989, la misión CMI en Perú fue confiada a la Provincia San José de Kottayam. Ese mismo año, el P. Mathew Alphonse regresó a Arequipa, marcando el reinicio de la presencia CMI en el país. Poco después, el regreso del P. Sebastián Puthenkandam y la llegada de los padres Emmanuel Gnavallil y James Nedumparampil fortalecieron esta nueva etapa de la misión. Gracias a las gestiones del P. Mathew Alphonse, la congregación recibió la Parroquia San Benito, que en ese entonces pertenecía a la Arquidiócesis de Lima, y que más tarde pasaría a formar parte de la Diócesis de Chosica (erigida en 1996). Con entusiasmo, los CMIs asumieron la parroquia y comenzaron una nueva etapa de trabajo pastoral y evangelización. En los años siguientes, otros misioneros CMI se unieron a la misión peruana, según el orden cronológico de su llegada, fortaleciendo así el compromiso con la Iglesia local.
LA VISIÓN DE LOS CARMELITAS DE MARÍA INMACULADA(CMI)
Los padres fundadores de la Congregación CMI P. Thomas Palackal, P. Thomas Porukara, San Kuriakos Elías Chávara y el Hno. Jacob Kanianthara nos han legado la noble tradición de continuar el movimiento espiritual que iniciaron en Mannanam. Su ferviente vida de oración, profunda y recogida, impulsaba su apostolado, y a su vez, el apostolado enriquecía su vida de oración; su liderazgo tanto en la vida espiritual como en la actividad apostólica; su vida comunitaria centrada en la celebración litúrgica; su espíritu de sacrificio; su entrega total a la predicación de la Palabra de Dios y al trabajo por la salvación y el bienestar del pueblo; su aguda sensibilidad para orientar la vida según las necesidades y los signos de los tiempos; su tierna devoción a la Inmaculada Madre del Carmen y a San José; su aceptación de la tradición espiritual de la familia religiosa carmelita; su filial adhesión a la Iglesia y a sus autoridades; y su preocupación por la preservación de la identidad y el desarrollo de la Iglesia Siro-Malabar, son los elementos fundamentales del valioso patrimonio que dejaron para las generaciones futuras.

LA MISIÓN DE LOS CARMELITAS DE MARÍA INMACULADA (CMI)
La profesión de los consejos evangélicos pertenece inseparablemente a la vida y santidad de la Iglesia (LG 44), la cual es sacramento de la unión íntima con Dios y tiene como misión en la historia servir al plan divino mediante el anuncio del Evangelio de Cristo. Por ello, cooperamos en esta misión de la Iglesia a través de la evangelización de los pueblos y mediante los ministerios específicos de guía pastoral y sacramental para conducir a todos hacia la salvación. La condición básica y el medio eficaz para el cumplimiento de esta misión es el testimonio viviente de una vida evangélica.
Los padres fundadores, impulsados por una intensa vida de oración, emprendieron toda forma de actividad que exigían las necesidades concretas de la Iglesia, y esas obras apostólicas enriquecían a su vez su vida de oración. Siguiendo su ejemplo, nuestros esfuerzos apostólicos llevan el sello de la autenticidad religiosa y del testimonio vivo de la presencia de Cristo. Nuestra predicación y nuestras otras actividades apostólicas son desbordamiento de una vida ejemplar y fruto del anhelo profundo de nuestra alma de comunicar a los demás la experiencia de Dios.

EL CARISMA DE LOS CARMELITAS DE MARÍA INMACULADA (CMI)
Los padres fundadores de la Congregación CMI se esforzaron por crecer en el discipulado de Jesucristo y se entregaron a todo servicio orientado a la renovación espiritual de la Iglesia en Kerala. Los miembros de la Congregación CMI continúan esta misma misión histórica heredada de los fundadores, teniendo en cuenta los cambios de los tiempos y las nuevas formas de servicio a la sociedad.
Actualmente, nuestros miembros extienden su labor en diversos ámbitos: la misión global, la formación de los sacerdotes mediante la enseñanza teológica, el ministerio pastoral, la educación, el apostolado social y la atención sanitaria.
San Chávara (1805–1871)
Fundador de las Congregaciones de CMI y CMC
Sacerdote – Reformador – Santo
Infancia y vocación

San Kuriakos Elías Chavara nació el 10 de febrero de 1805 en Kainakary, en el estado de Kerala, India, dentro de una familia profundamente católica de la Iglesia siro-malabar, siempre fiel a Roma. Fue hijo de Kuriakos y Mariam, quienes le transmitieron una sólida fe y devoción desde su infancia. Desde muy joven manifestó inclinación por la vida espiritual y sintió con claridad la llamada al sacerdocio. Ingresó al seminario local, donde destacó por su piedad, disciplina y amor al estudio. Fue ordenado sacerdote en 1829, a los 24 años de edad, y muy pronto se distinguió por su vida de intensa oración, su sabiduría pastoral y su celo misionero, que lo llevarían a convertirse en un verdadero padre espiritual para la Iglesia en la India.
Fundador y renovador de la Iglesia
San Chávara percibió la necesidad urgente de renovar la vida espiritual y pastoral de la Iglesia en Kerala. En 1831, junto con tres compañeros sacerdotes, fundó la Congregación de Carmelitas de María Inmaculada (CMI), con el permiso del vicario apostólico. Fue la primera congregación religiosa católica masculina fundada en la India. La nueva comunidad se inspiró en la espiritualidad carmelitana y en la devoción a la Virgen María Inmaculada, y se dedicó a la evangelización, la educación y la formación espiritual del clero y del pueblo fiel.
Más adelante, en 1866, San Chávara cofundó la Congregación de la Madre del Carmelo (CMC), la primera congregación religiosa femenina católica india, con el propósito de brindar a las mujeres la posibilidad de una vida consagrada activa, orientada a la oración, la educación de niñas y el servicio a los pobres.

Educador y pionero social
San Kuriakos Elías Chávara fue también un gran reformador social. Fundó escuelas parroquiales gratuitas abiertas a todos, sin distinción de castas, promoviendo el derecho a la educación como medio de liberación espiritual y social. Estableció la primera imprenta católica en lengua malayalam, para difundir libros religiosos y catequéticos, y promovió la lectura espiritual en los hogares mediante la práctica de la “Kaḷaśa bhajan” (oración familiar diaria).
Fue un promotor del cuidado de los enfermos y ancianos, estableciendo casas de caridad, y también fomentó la vida sacramental, la fidelidad matrimonial y la oración en familia.
Muerte y canonización
El 3 de enero de 1871, a las 7:30 de la mañana, descansó serenamente en el Señor y fue sepultado en la Iglesia de Santa Filomena, en Koonammavu. En 1889, sus restos mortales fueron trasladados a Mannanam y reinhumados en la capilla del monasterio de San José. Fue beatificado por San Juan Pablo II en 1986 y canonizado por el Papa Francisco el 23 de noviembre de 2014 en Roma. Su tumba en Mannanam se ha convertido en un lugar de peregrinación.

Legado y espiritualidad
San Kuriakos Elías Chávara dejó una espiritualidad profundamente carmelitana, centrada en la oración contemplativa, la devoción a la Virgen María, el amor a la Eucaristía y el servicio activo al prójimo, especialmente a los pobres. Su lema fue: “Santifícate y santifica a los demás”.
María, el amor a la Eucaristía y el servicio activo al prójimo, especialmente a los pobres. Su lema fue: “Santifícate y santifica a los demás”.
Hoy, su legado continúa vivo a través de miles de sacerdotes CMI, religiosas CMC, y fieles laicos que siguen su camino de santidad activa, sirviendo en la India y en más de 30 países del mundo, incluyendo misiones en África, América Latina, Europa, América y el Medio Oriente.
San Kuriakos Elías Chávara es para toda la Iglesia un modelo de fe vivida en acción, que nos enseña que la santidad y el compromiso social pueden y deben ir unidos.