Coloquio Interreligioso: “60 años después, Nostra Aetate y Dignitatis Humanae siguen iluminando el camino del diálogo y la defensa de la dignidad humana”
En esta segunda jornada los líderes de diversas confesiones reflexionaron sobre “La libertad religiosa en los pontificados de Francisco y León XIV. Participaron Mons. Javier Del Río Alba, arzobispo de Arequipa; Ana Lorena Ostos, representante de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días; María Eugenia González, directora de la Oficina de Asuntos Externos de la Comunidad Bahá’í del Perú; y el venerable Senjen Castillo, de la comunidad budista Zen Sotoshu.
La Conferencia Episcopal Peruana concluyó este martes 22 de octubre el coloquio interreligioso “Sesenta años de las Declaraciones Conciliares Nostra Aetate y Dignitatis Humanae. El legado del Papa Francisco y el compromiso del Papa León XIV”, encuentro que reunió a representantes de diversas confesiones religiosas en el Seminario Santo Toribio de Mogrovejo, en Pueblo Libre. Durante esta segunda jornada, los participantes reflexionaron sobre el papel de la libertad religiosa en los pontificados recientes y su importancia para la convivencia pacífica entre los pueblos.
El acto contó con la exposición central de Mons. Javier Del Río Alba, Arzobispo de Arequipa y Presidente de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe, quien desarrolló el tema “La libertad religiosa en los pontificados de Francisco y León XIV”. En su intervención, Mons. Del Río destacó que la libertad religiosa constituye “un derecho humano fundamental que deriva de la dignidad de la persona”, citando la declaración conciliar Dignitatis Humanae aprobada en 1965. Recordó que esta enseñanza marcó un hito en la Iglesia al reconocer el derecho de toda persona a profesar su fe sin coacción, en público o en privado, en plena coherencia con su conciencia.
Reflexión sobre la libertad religiosa y la dignidad humana
El arzobispo de Arequipa subrayó que, a lo largo de los últimos pontificados, este principio ha adquirido una renovada relevancia frente a los actuales desafíos culturales. Citando al Papa Francisco, afirmó que “sin libertad religiosa tampoco se puede garantizar plenamente el derecho a la vida”, y recordó que el Santo Padre ha insistido en que esta libertad no se reduce al culto privado, sino que implica el derecho de toda persona a vivir su fe en el ámbito público. “Negar ese derecho —añadió— genera sociedades injustas y fracturadas, donde la razón cede ante la imposición de intereses o ideologías pasajeras”.

Mons. Del Río hizo también referencia a las advertencias del magisterio reciente frente a la tendencia global a recluir la fe en el ámbito privado. En esa línea, evocó las palabras del Papa Francisco en Evangelii Gaudium y en su peregrinación a Tierra Santa, donde señaló que el respeto a la libertad religiosa es “una condición irrenunciable de la paz y la fraternidad”. Asimismo, destacó el valor del diálogo interreligioso y del Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común firmado en Abu Dhabi en 2019, que promueve “una cultura del encuentro frente a la cultura del conflicto”.
El prelado resaltó también las primeras intervenciones del Papa León XIV, quien en sus mensajes ha alentado a construir puentes entre las religiones y a promover una “fraternidad humana concreta”, que se exprese en gestos y acciones por la paz. “Creer en Dios —citó Mons. Del Río— es fuente de bien y de verdad, capaz de inspirar una convivencia respetuosa y solidaria entre los pueblos”. En esa línea, subrayó que tanto Francisco como León XIV proponen una visión esperanzadora: el diálogo y la cooperación entre las religiones como herramientas para sanar divisiones y renovar la confianza en medio de una sociedad marcada por el desencuentro.

Diversas confesiones comparten su visión sobre la libertad religiosa
La segunda parte del coloquio dio paso a un panel interreligioso moderado por Elías Szczytnicki, secretario general regional de Religiones por la Paz América Latina y el Caribe. Participaron Ana Lorena Ostos, representante de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días; María Eugenia González, directora de la Oficina de Asuntos Externos de la Comunidad Bahá’í del Perú; y el venerable Senjen Castillo, de la comunidad budista Zen Sotoshu.
Cada expositor ofreció una mirada propia sobre la libertad religiosa y el diálogo entre las confesiones. Ana Lorena Ostos subrayó que “la libertad religiosa es la piedra angular de la paz”, recordando que este derecho protege tanto a los creyentes como a quienes no profesan una fe. “Ninguno de nosotros puede hacerlo solo —afirmó—; es necesario caminar juntos, valorar nuestras diferencias y trabajar unidos en defensa de la libertad de creer y practicar la fe”.

Por su parte, María Eugenia González explicó que para la comunidad bahá’í “la libertad religiosa y la investigación independiente de la verdad son principios fundamentales”, ya que toda religión debe conducir a la unidad y no a la división. “Todas las religiones provienen de una misma fuente”, afirmó, “y el propósito de cada una es crear armonía entre los pueblos”. Lamentó las persecuciones que aún sufren comunidades de fe en distintas regiones del mundo, y destacó que el diálogo y el respeto mutuo son los caminos para superar la intolerancia.
El venerable Senjen Castillo ofreció una reflexión desde la tradición budista, evocando el ejemplo de Buda como promotor del respeto y la compasión hacia todas las religiones. “Las religiones no deben dividir, sino promover la humildad y la armonía. En la India, Buda no se opuso a otras creencias, las consideró caminos hacia el bien común”, expresó. Subrayó, además, la necesidad de integrar en el diálogo interreligioso las sabidurías de los pueblos originarios del Perú, herederos de una espiritualidad que valora la relación con la naturaleza y la libertad interior del ser humano.

Fraternidad humana y comunión entre las religiones
En el cierre del encuentro, Mons. Javier Del Río agradeció la participación de todos los asistentes y valoró el testimonio de fraternidad vivido durante los dos días del coloquio. “Hemos podido experimentar la belleza de reconocernos hermanos, hijos del mismo Dios creador”, expresó. Citando la encíclica Fratelli Tutti, recordó que “nadie es hijo único” y que el diálogo entre las religiones es una contribución concreta a la reconciliación que tanto necesita la sociedad peruana.
El Arzobispo destacó también el trabajo conjunto que la Iglesia Católica realiza con otras confesiones en espacios como el Consejo Interreligioso del Perú y en experiencias regionales, como el Comité Interconfesional de Arequipa, donde católicos, evangélicos, bahá’ís y otras comunidades vienen colaborando desde hace más de una década. “Más allá de lo que nos diferencia, es mucho más lo que nos une: el anhelo de paz, la búsqueda del bien común y la convicción de que la fe puede transformar la sociedad”, concluyó.
