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El 7 de septiembre de 2025, en la Plaza de San Pedro, el Santo Padre presidió la celebración Eucarística con el rito de canonización de los Beatos Carlo Acutis y Pier Giorgio Frassati. En su homilía, el Pontífice señaló que, para estos dos laicos “todo comenzó cuando, aún jóvenes, respondieron ‘sí’ a Dios y se entregaron a Él plenamente, sin guardar nada para sí”. Ambos, dijo, estaban “enamorados de Jesús y dispuestos a dar todo por Él”.

Unos instantes antes del inicio de la celebración Eucarística, el Papa León XIV saludó de modo espontaneo a los más de 80 mil fieles y peregrinos que abarrotaron desde tempranas horas la Plaza de San Pedro. Especialmente, se dirigió a las familias de los dos nuevos santos, a las religiosas y religiosos, a los movimientos y delegaciones oficiales. A ellos, les agradeció por estar presentes y les recordó que todos estamos llamados a ser santos.

Hoy es una hermosa celebración para toda Italia, para toda la Iglesia, para el mundo entero. Y antes de comenzar la solemne celebración de la canonización, quería dirigirles unas palabras a todos ustedes, porque, si bien la celebración es muy solemne, también es un día de gran alegría. Y quería saludar, especialmente, a los numerosos jóvenes que han venido a esta Santa Misa. Es una verdadera bendición del Señor: estar juntos, ustedes que han venido de diferentes países. Es un verdadero don de fe que queremos compartir.

Con apenas 15 años, Carlo Acutis (1991–2006) partió a la Casa del Padre tras una leucemia fulminante. Sin embargo, su corta vida dejó una huella imborrable: ayudó a los pobres, difundió la devoción a los milagros eucarísticos y ofreció sus sufrimientos por el Papa, por la Iglesia y por la conversión de los pecadores.

Infancia y formación en la fe

Carlo nació en Londres el 3 de mayo de 1991, en el seno de una familia italiana. Fue bautizado pocos días después, el 18 de mayo, en la iglesia de Nuestra Señora de los Dolores en la capital británica. En septiembre de ese mismo año, la familia regresó a Milán, donde Carlo creció y realizó sus estudios. Desde pequeño mostró un carácter alegre y generoso, siempre dispuesto a ayudar a los demás.

Un momento decisivo llegó el 16 de junio de 1998, cuando recibió la Primera Comunión con tan solo siete años, gracias a un permiso especial. Desde entonces, según recuerda el Dicasterio para las Causas de los Santos, Carlo asistió a Misa diariamente y pasaba largos momentos en adoración ante el Santísimo Sacramento.

Tres años más tarde, el 24 de mayo de 2003, recibió el sacramento de la Confirmación. A los 14 años ingresó al Instituto León XIII de los Padres Jesuitas en Milán, donde destacó tanto por sus estudios como por su servicio en la parroquia, enseñando catecismo a los niños y diseñando páginas web para iniciativas solidarias y religiosas.

Un “apóstol de la Eucaristía”

El corazón de la espiritualidad de Carlo fue la Eucaristía. Él mismo decía: “¡La Eucaristía es mi autopista al Cielo!”. Para Carlo, participar en la Santa Misa y comulgar era el centro de cada jornada; incluso cuando los compromisos escolares lo impedían, hacía comuniones espirituales.

Su amor por Jesús en la Hostia se tradujo en un proyecto único: la creación de una exposición internacional de “Milagros Eucarísticos”, recopilando más de 130 casos reconocidos por la Iglesia y presentados en una muestra digital que ha recorrido parroquias y diócesis del mundo.

También tenía una profunda devoción mariana, rezaba diariamente el Rosario y se consagró al Inmaculado Corazón de María. Como señala el autor Michelangelo M. Tiribilli, en él “la modernidad y la actualidad se conjugaban perfectamente con una vida eucarística y mariana, que lo hicieron un muchacho muy especial, al que todos admiraban y amaban”.

El Dicasterio resume así su espiritualidad: “En la existencia sencilla de Carlo, todo lo extraordinario se escondía en lo ordinario. Amaba el deporte, los amigos y los videojuegos, pero colocaba en primer lugar la amistad con Jesús. Esa elección marcó toda su vida y la convirtió en testimonio luminoso para su generación”.

Talento digital y servicio a los demás

Aunque no estudió ingeniería informática, sus amigos y adultos lo consideraban un genio en el área. Se movía con naturalidad en la programación, el diseño web y la edición audiovisual, poniéndolo siempre al servicio de los demás. Con un estudiante universitario, llegó a administrar la página web de su parroquia y desarrolló portales de voluntariado, además de usar su asignación para ayudar a pobres e inmigrantes.

Como afirma el Dicasterio para las Causas de los Santos, Carlo “fue un auténtico apóstol en todos los entornos que vivió: familia, escuela, deportes, viajes y juegos. Mostró que la santidad no es un estado reservado a unos pocos, sino un camino abierto para todos, incluso en la vida ordinaria”.

Enfermedad y ofrenda de vida

En octubre de 2006, con apenas 15 años, Carlo fue diagnosticado con leucemia fulminante tipo M3. Desde el inicio de la enfermedad ofreció su sufrimiento “por el Papa y por la Iglesia”, con la esperanza de ir directamente al Cielo. En el hospital impresionó a médicos y enfermeras por su serenidad y fe.

Murió el 12 de octubre de 2006 en Monza. Sus restos fueron trasladados a Asís, ciudad que tanto amaba, donde hoy descansan en el Santuario de la Spogliazione. Su testimonio quedó resumido en una frase: “Estar siempre unido a Jesús, ese es mi proyecto de vida”.

El camino a los altares

La fama de santidad de Carlo se extendió rápidamente. En 2013 se abrió su causa en Milán. Fue declarado Venerable en 2018 y Beato en 2020, tras el reconocimiento del milagro de la curación inexplicable de un niño en Brasil.

El segundo milagro que abrió la puerta a su canonización fue la recuperación extraordinaria de una joven costarricense que sufrió un grave traumatismo craneal tras un accidente en 2022. La curación fue reconocida oficialmente por la Iglesia en 2024.

El Dicasterio subrayó al presentar el decreto final: “La vida de Carlo muestra que la santidad no depende de la duración de los días, sino de la intensidad del amor. Su testimonio es un don para los jóvenes y para toda la Iglesia”.

Hoy, con su canonización, la Iglesia presenta a Carlo Acutis como modelo de santidad juvenil y patrono del mundo digital, un joven que enseñó que la fe puede vivirse con radicalidad en la vida ordinaria y que “nuestra meta debe ser el infinito, no lo finito. El Infinito es nuestra Patria. Desde siempre el Cielo nos espera”.

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