El talento matemático de los estudiantes del Colegio Seminario de San Carlos y San Marcelo en Trujillo ha sido nuevamente reconocido a nivel regional, nacional e internacional. En el reciente Concurso Regional de Matemática y Comunicación realizado en Trujillo, 34 de los 38 alumnos participantes aseguraron varias medallas, destacando el arduo trabajo y la dedicación tanto de los estudiantes como de sus profesores.
Además de este logro en el ámbito regional, otros ocho estudiantes seminaristas han participado con éxito en el 38° Campeonato Internacional de Juegos y Lógicos 2023-2024 y el II Concurso de Descubrimiento Matemático 2024 en Mala-Lima, donde obtuvieron medallas de oro, plata y bronce.
Esta destacada delegación, compuesta por alumnos desde tercer grado de primaria hasta primero de secundaria, forma parte del Club de Talentos Matemáticos del colegio, dirigido por el maestro Cosmer Vega.
Como ejemplo de la excelencia educativa del Colegio Seminario de San Carlos y San Marcelo, promovido y gestionado por el Arzobispado Metropolitano de Trujillo por casi 400 años, destaca el caso de Alejandro Pérez Gavidia, alumno de sexto grado de primaria, quien obtuvo el primer puesto en el II Concurso Nacional de Descubrimiento Matemático 2024, y representará al Perú en el campeonato internacional que se llevará a cabo en París, Francia.
El éxito académico de estos estudiantes es un testimonio del apoyo familiar y la dedicación de los profesores del colegio Seminario San Carlos y San Marcelo. Muchos de estos jóvenes talentosos han logrado ingresar a universidades prestigiosas, con la mayoría de ellos aspirando a carreras en medicina e ingeniería



Sobre el colegio
El Colegio Seminario de San Carlos y San Marcelo es una familia educativa emblemática, de trascendencia histórica y católica en el norte del Perú, promovida y gestionada por el Arzobispado Metropolitano de Trujillo. Nuestra Institución se fundó el 04 de noviembre de 1625, por el ilustre Obispo de Trujillo, Mons. Carlos Marcelo Corne, natural de Trujillo – Perú, en atención al mandato del Concilio de Trento sobre la necesidad de abrir seminarios para la formación de los sacerdotes y, más tarde, por la insistente petición de la comunidad, extendió su atención a la formación de jóvenes que no aspiraban al sacerdocio, procedentes de familias distinguidas.