El Papa Francisco ha otorgado la Bendición Papal con Indulgencia plenaria para la Parroquia “Santa María Magdalena”, de Ciudad Eten.
Miles de peregrinos se reunieron el martes 23 de julio en la Parroquia “Santa María Magdalena”, provincia de Chiclayo, para inaugurar el Año Jubilar con motivo de los 375 años del Milagro Eucarístico de la Ciudad Eten, en el departamento de Lambayeque. La Santa Misa fue presidida por Mons. Edinson Edgardo Farfán Córdova, O.S.A., Obispo de la Diócesis de Chiclayo, quien impartió la bendición papal con indulgencia plenaria a más de 3000 fieles.
En la ceremonia participaron devotos y peregrinos procedentes de distintas parroquias de la Diócesis de Chiclayo y de otras jurisdicciones eclesiásticas del país. En su homilía, Monseñor Farfán destacó que “Eten se convierte en una fuente de espiritualidad para todos los fieles peregrinos y devotos que acercan a ganar la Indulgencia Plenaria”.
Al mismo tiempo pidió al pueblo de Eten que “cuiden mucho este tesoro y riqueza de nuestros pueblos, sean testimonio de la comunión para el mundo entero. Necesitan caminar unidos en comunión con el sucesor de Pedro, con el obispo, con el presbiterio, con la vida religiosa y con la vida laical, todos caminando juntos”.
Las autoridades locales y regionales, militares y policiales, y religiosas se sumaron a este importante acontecimiento de la Iglesia diocesana, donde se espera incrementar la devoción eucarística a través de planes pastorales que se desarrollarán en la parroquia de Eten.

¿Qué es la indulgencia?
Es laremisión ante Dios de la pena temporal por los pecados ya borrados en cuanto a la culpa, que el fiel cristiano, debidamente dispuesto y cumpliendo unas ciertas y determinadas condiciones, consigue por mediación de la Iglesia, la cual, como administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos.
Digámoslo de otro modo:
Pensemos nuestra vida como un terreno plano, y el pecado como una piedra. Cada vez que pecamos colocamos piedras en nuestro terreno, en nuestra vida: las piedras
pequeñas serían los pecados veniales, las grandes los mortales. Ahora sí: muchas veces el tiempo y la frecuencia de los pecados va hundiendo nuestro terreno, de tal forma que, cuando nos confesamos Dios borra los pecados, es decir, elimina las piedras; sin embargo, estas piedras han hundido este terreno, y ese desnivel no lo elimina la confesión.
El desnivel viene a ser la pena temporal de los pecados. La indulgencia viene a “nivelar” el terreno; es decir, a remitir la pena temporal de los pecados que ya han sido confesados. Existen dos tipos de indulgencia: la plenaria y la parcial.