Desde el 15 de junio hasta el 9 de julio, la misionera laica argentina Silvana Medina, junto al sacerdote Carlos Salomone, fueron enviados por la Conferencia Episcopal Argentina en representación del Equipo Nacional del Proyecto Amazonía para cumplir tareas de evangelización, animación comunitaria, promoción humana y acompañamiento a la comunidad misionera que reside de manera permanente en la región. Esta presencia forma parte de la misión pastoral permanente en la zona sur del Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM), en Perú, cuya acción se desarrolla en los distritos de Kimbiri, Manitea, Cielo Punko, Villa Kintiarina y Villa Virgen, desde el 12 de junio al 3 de julio.
Esta acción se enmarca en el proyecto “Iglesia Argentina, Amazonía es tu misión”, que desde 2022 se hace cargo de la atención pastoral de la Parroquia San Juan Bautista – Kimbiri, perteneciente al Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado. El área incluye más de 150 comunidades entre centros poblados, urbanizaciones y comunidades nativas de las etnias Asháninka y Machiguenga, que día a día caminan en fe y fraternidad.
Los misioneros buscaron consolidar una comunidad parroquial viva, animada desde la corresponsabilidad y la autonomía ministerial, construyendo una Iglesia sinodal que escuche, acompañe y se haga cercana a la realidad de cada comunidad. Actualmente, residen allí cuatro misioneros argentinos: el sacerdote P. Juan Manuel, la laica consagrada Yolanda, y las misioneras laicas Daiana y Patricia. En agosto se sumarán Paola y José (matrimonio laico) y Analía, fortaleciendo el equipo y la presencia en territorio.
Durante su tránsito por Lima, los días 7 y 8 de julio, Silvana fue acogida cálidamente por el P. José Hipólito, director nacional de las Obras Misionales Pontificias del Perú, junto a su equipo, quienes ofrecieron hospitalidad, escucha y cercanía. Silvana expresó: “Que el Señor los bendiga aún más. ¡Siempre amigos!”
Asimismo, se manifiesta un especial agradecimiento a Monseñor David Martínez de Aguirre Guinea, Vicario Apostólico de Puerto Maldonado, por su constante acercanía, cariño y acompañamiento pastoral, que renuevan el ánimo misionero y fortalecen el vínculo entre la Iglesia local y los equipos enviados.
