Mons. Javier Del Río Alba, Arzobispo de Arequipa, confirió el sacramento del Orden a tres nuevos sacerdotes de la Arquidiócesis. La celebración se realizó el 10 de noviembre, memoria de San León Magno, Papa y Doctor de la Iglesia, en la Basílica Catedral.
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La ceremonia se realizó con la presencia de Mons. Raúl Chau, Obispo Auxiliar, los vicarios generales, los formadores y numerosos miembros del clero, participaron también religiosas, seminaristas, familiares de los nuevos presbíteros, bienhechores de los dos seminarios de la Arquidiócesis y delegaciones de las parroquias y comunidades de origen, así como de aquellas en las que ejercieron el diaconado.
Los nuevos presbíteros son: Diego Alejandro Aldazábal Condori y Kevin Cledy Cervantes Berroa, formados en el Seminario Arquidiocesano San Jerónimo, y Adrián Zamora formado en el Seminario Misionero Redemptoris Mater.
Durante su homilía, citando el decreto Presbyterorum Ordinis (n.10) del Concilio Vaticano II, el Arzobispo les recordó que la misión a la que el Señor los llama no tiene fronteras, razón por la cual los animó a tener un corazón universal y siempre abierto a las necesidades de la Iglesia y la humanidad.
Asimismo, haciendo referencia a la Palabra de Dios proclamada durante la celebración, Mons. Del Río les dijo: «vayan por todo el mundo y hagan discípulos a todas las gentes, enseñándoles a guardar todo lo que el Señor Jesús nos ha enseñado con su propia vida; ocupando el último lugar, que es el lugar que Él ha ocupado. Si así lo hacen, sin buscar la gloria meramente humana, descubrirán poco a poco la belleza del ministerio sacerdotal, lo bello que es ser uno con Jesucristo, amando a Dios con todas sus fuerzas, con toda su mente y todo su corazón, y haciendo concreto este amor en el servicio a los hermanos, especialmente a los más pobres y necesitados».
«Queridos Adrián, Diego y Kevin, grábense estas palabras en lo profundo de su corazón: en este ministerio que hoy la Iglesia y Dios les confían, Jesús estará con ustedes todos los días hasta el fin del mundo; porque la elección de Dios es irrevocable. Esta es la garantía y la fuente de nuestra alegría. El Señor les conceda un ministerio santo y fecundo”, concluyó el Prelado.