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El encuentro permitió compartir experiencias, identificar desafíos comunes y coordinar acciones conjuntas que fortalezcan el camino sinodal en cada jurisdicción eclesiástica. Además, se anunció la realización de la Asamblea Sinodal Presencial de los Equipos Diocesanos en 2026.

Con un espíritu de comunión y participación, la Iglesia en el Perú dio un paso importante en su camino hacia la fase de implementación del Sínodo de la Sinodalidad. El pasado 19 de noviembre, la Comisión Nacional del Sínodo de la Conferencia Episcopal Peruana, reunió de manera virtual a los delegados de los equipos diocesanos de las 46 jurisdicciones eclesiásticas en el Encuentro Nacional de Comisiones Diocesanas, una cita que permitió evaluar los avances, escuchar la voz de las bases y delinear los primeros pasos del proceso que culminará en la Asamblea Eclesial de 2028 en Roma.

El encuentro se vivió como un espacio eclesial, donde obispos, sacerdotes, religiosas, religiosos y laicos reafirmaron que la sinodalidad “no es un proyecto temporal”, sino el modo de ser Iglesia en el Tercer Milenio, tal como lo ha señalado el Papa Francisco. La reunión virtual se convirtió además en un momento clave para consolidar el sentido de pertenencia y el compromiso de las comunidades locales con este proceso de renovación pastoral.

La jornada comenzó con un momento de oración conducido por la Hna. Pilar Neira CCVI, secretaria ejecutiva de la Comisión Episcopal para Jóvenes y Laicos, y el Padre Víctor Torres de la Diócesis del Callao. Ambos invitaron a los participantes a situar la misión sinodal bajo la acción del Espíritu Santo, reconociendo que este camino es ante todo una experiencia de fe y de escucha profunda del Pueblo de Dios.

Mons. Edinson Farfán: “Sin conversión no hay proceso sinodal posible”

El momento central de la reunión estuvo a cargo de Monseñor Edinson Farfán OSA, Obispo de Chiclayo y Presidente de la Comisión Nacional del Sínodo. En su intervención pastoral, ofreció una hoja de ruta que articula la misión sinodal en torno a dos ejes fundamentales: la conversión y la estabilidad de los equipos.

“Sin este paso no podremos avanzar”, afirmó el prelado al referirse a la conversión personal, comunitaria y pastoral que el proceso sinodal exige. Mons. Farfán explicó que la sinodalidad requiere una apertura constante para dejarse guiar por el Espíritu Santo y un compromiso firme por caminar juntos en comunión con la Iglesia Universal y, de manera particular, con cada obispo diocesano.

El obispo también advirtió que la sinodalidad no puede vivirse desde la improvisación o el reemplazo constante de los equipos. “No podemos cambiar un equipo diocesano cada mes o cada tres meses”, sostuvo, subrayando que la continuidad y estabilidad son indispensables para elaborar una hoja de ruta con pasos concretos que respondan a la realidad pastoral de cada jurisdicción.

Monseñor Edinson Farfán OSA en la Asamblea Episcopal Sinodal realizada en agosto de 2025.

En coherencia con esta visión, Mons. Farfán confirmó que la Comisión Nacional aún no presentará la hoja de ruta definitiva del proceso. “No podemos ofrecer un plan sin antes escuchar a las bases”, señaló, destacando que toda programación nacional debe nacer de la escucha de los equipos diocesanos, respetando así el espíritu sinodal promovido por el Papa Francisco.

Asimismo, recordó que el camino sinodal se sostiene en la tríada: escucha, discernimiento y acción. La escucha, dijo, debe ser abierta a la novedad del Espíritu; el discernimiento, un ejercicio comunitario; y la acción, la encarnación del Evangelio en las realidades actuales del país.

Algunos miembros de la Comisión Nacional del Sínodo junto a otros obispos en el marco de la última Asamblea Plenaria Ordinaria.

Un “rostro peruano” de la sinodalidad

La segunda intervención estuvo a cargo del Padre Juan Bytton S.J. de la Arquidiócesos de Lima, quien profundizó en los elementos teológicos y pastorales del proceso sinodal. El sacerdote recordó que la sinodalidad no es un fin en sí mismo, sino un método al servicio de la evangelización.

Citando al Cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo, afirmó: “La forma sinodal de la Iglesia está al servicio de su misión, y cualquier cambio en la vida eclesial tiene como finalidad hacerla más capaz de anunciar el Reino de Dios y testimoniar el Evangelio”.

El P. Bytton presentó la hoja de ruta para la fase de implementación 2026–2028, que articula los momentos clave del proceso:

  • 2026: Asambleas sinodales en cada diócesis.
  • Primer semestre de 2027: Asamblea nacional de evaluación.
  • Segundo semestre de 2027: Evaluación del Episcopado en la CEP.
  • Primer semestre de 2028: Encuentros sinodales regionales.
  • Octubre de 2028: Asamblea Eclesial en Roma.

Además, explicó el marco conceptual de la triple conversión del corazón, pastoral y estructural, y los cuatro pilares que deben orientar el trabajo de los equipos: el sensus fidei, la corresponsabilidad diferenciada, el discernimiento eclesial y la comprensión de la Iglesia como sujeto histórico comunitario.

 La Asamblea Eclesial se realizará en octubre de 2028 en el Vaticano, con el propósito de evaluar la implementación de las recomendaciones del sínodo sobre la sinodalidad.

Frutos y desafíos del proceso

Otro de los momentos más enriquecedores del encuentro fue el trabajo en grupos, donde los secretarios sinodales de cada grupo sinodal compartieron sus experiencias a partir de la pregunta: “¿Me siento parte del camino sinodal de la Iglesia local, peruana y universal? ¿Por qué?”

Frutos compartidos

Los delegados destacaron varios frutos palpables:

  • Mayor sentido de pertenencia: Muchos señalaron sentirse realmente parte de un camino común, acompañado por sus obispos y equipos pastorales.
  • Corresponsabilidad creciente: Laicos, religiosas, sacerdotes y obispos reconocen cada vez más que la misión es de todos y que cada vocación aporta un carisma particular.
  • Espacios renovados para los jóvenes: Se resaltaron encuentros juveniles, asambleas y experiencias de escucha que han fortalecido la participación juvenil.
  • Diálogo y apertura: Se generaron espacios de confianza que han permitido expresar inquietudes, compartir aprendizajes y fortalecer vínculos pastorales.

Desafíos por enfrentar

Sin embargo, también se identificaron retos que deben ser atendidos con urgencia:

  • La necesidad de mayor formación: Varios equipos señalaron que aún falta consolidar una cultura de transparencia y profundizar en la capacitación sinodal.
  • Integración del clero: Persisten dificultades para que algunos sacerdotes incorporen la sinodalidad como modo de ser Iglesia y no solo como una actividad puntual.
  • Acompañamiento episcopal: En algunas diócesis se expresó el deseo de contar con mayor presencia de los obispos en las actividades sinodales.
  • Más presencialidad: Una petición reiterada fue pasar de la virtualidad a encuentros presenciales que fortalezcan el sentido comunitario y el compromiso misionero.
Delegación peruana presente en el Jubileo de los equipos sinodales y de los organismos de participación que se realizó en el Vaticano del 24 al 26 de octubre de 2025.

Asamblea Sinodal Presencial de los Equipos Diocesanos 2026

Por otro lado, se hizo el anuncio oficial de la Asamblea Sinodal Presencial de los Equipos Diocesanos, que se realizará en Lima los días 27 y 28 de febrero y el 1 de marzo de 2026. Este evento reunirá a delegados de los delegados de las 46 jurisdicciones eclesiásticas para discernir juntos la ruta sinodal hacia 2028.

Mons. Farfán explicó que la asamblea será un espacio de comunión, discernimiento y planificación, y permitirá consolidar la hoja de ruta nacional a partir del trabajo realizado por las comunidades locales, respetando su diversidad y riqueza pastoral.

El Encuentro Nacional de Comisiones Diocesanas marcó un antes y un después en el proceso sinodal peruano. La Iglesia ha escuchado, ha discernido y ha identificado tanto los frutos que la fortalecen como los desafíos que requieren atención.

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