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Durante el encuentro, el Santo Padre exhortó a la Iglesia a ser puente entre culturas y religiones, a escuchar el clamor de los que sufren, a cuidar la creación, a promover la formación, a fortalecer la comunión en América Latina y, de modo especial, a superar los prejuicios culturales que impiden la plena participación de las mujeres en la vida eclesial.

Con un mensaje de esperanza y apertura, el Papa León XIV se reunió en la tarde del jueves 24 octubre con los participantes del Jubileo de los Equipos Sinodales y los órganos de participación, en el Aula Pablo VI del Vaticano. En un diálogo espontáneo con delegados de todos los continentes, el Santo Padre alentó a toda la Iglesia a “seguir aprendiendo el arte de escuchar”, a ser “puente entre culturas y religiones”, y a “caminar con los pueblos en medio de sus alegrías y sufrimientos”.

El encuentro fue moderado por la hermana Nathalie Becquart, subsecretaria del Sínodo de los Obispos, y contó con la presencia del cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo, y de monseñor Luis Marín de San Martín, O.S.A., subsecretario. Representantes de África, América, Europa, Asia y Oceanía compartieron con el Pontífice sus experiencias en la implementación de la sinodalidad en cada región, ofreciendo un testimonio de comunión y diversidad que refleja el rostro vivo de la Iglesia universal.

En su mensaje, el Papa León XIV destacó que la sinodalidad “no es una campaña con fecha de cierre, sino una forma de ser Iglesia que debe aprenderse, practicarse y transmitirse”. Invitó a las comunidades cristianas a redescubrir la vocación misionera que impulsa a salir al encuentro de los demás, especialmente de quienes viven en las periferias. “La Iglesia debe escuchar el clamor de la tierra y de los pobres —dijo el Pontífice—. No podemos permanecer pasivos ante el sufrimiento. Estamos llamados a actuar con compasión y con valentía para transformar las realidades que generan dolor e injusticia”.

Escuchar el clamor de quienes sufren, no podemos permanecer pasivos

Refiriéndose a África, el Papa subrayó que “la Iglesia africana tiene mucho que ofrecer a todos, porque enseña la fuerza de la familia, la esperanza y la resiliencia”. Advirtió contra la tentación de imponer modelos uniformes y pidió respetar las particularidades de cada cultura. “No buscamos una Iglesia que repita esquemas —afirmó—, sino comunidades que se dejen guiar por el Espíritu y aprendan a caminar juntas”.

Sobre Oceanía, el Pontífice expresó su preocupación por el cambio climático y recordó la urgencia del cuidado de la creación: “No se trata de un problema ambiental, sino de un desafío de fe. Escuchar el grito de la tierra y de los pueblos amenazados es parte de nuestra respuesta cristiana”.

En cuanto a América del Norte, donde persisten resistencias al proceso sinodal, León XIV insistió en la necesidad de la formación y la paciencia: “Sin formación siempre habrá miedo. La sinodalidad no debilita la autoridad, la enriquece con la corresponsabilidad. Solo una Iglesia que escucha y se deja guiar por todos sus miembros puede ser verdaderamente misionera”.

A los representantes del Medio Oriente, el Papa los animó a mantener vivo el entusiasmo de la fe, incluso en medio de la guerra y la persecución. “El perdón y la reconciliación —dijo— son el lenguaje del Evangelio. En una región marcada por el dolor, la Iglesia debe ser signo de esperanza y de unidad”.

Dirigiéndose a los delegados de América Latina y el Caribe, León XIV expresó su gratitud por el camino recorrido y por el espíritu de comunión que caracteriza a los pueblos del continente. “La Iglesia latinoamericana —afirmó— es una maestra en fraternidad. Desde su sencillez y alegría, enseña al mundo que la fe se vive en comunidad. La sinodalidad necesita entusiasmo, porque solo quien vive con alegría contagia la esperanza”.

Delegación peruana presente en el Jubileo de los Equipos Sinodales.

Al referirse a Asia, el Papa habló de un continente que “invita al respeto y a la contemplación”, destacando su riqueza espiritual y su capacidad para el diálogo interreligioso. “Debemos inclinarnos ante la tierra sagrada que es Asia —dijo— y aprender de su sentido del misterio y su apertura. Que esta Iglesia nos inspire a compartir con generosidad nuestros bienes y talentos, para promover una mayor justicia e igualdad entre los pueblos”.

La Iglesia puede transformar las culturas que discriminan a las mujeres

Uno de los momentos más significativos del encuentro fue su reflexión sobre el papel de las mujeres en la Iglesia. “Debemos superar los prejuicios y obstáculos culturales que aún limitan su participación”, subrayó el Papa. Recordó con emoción la labor de religiosas peruanas que sirven en comunidades donde no hay sacerdotes, asegurando que su testimonio “es un ejemplo de valentía y entrega misionera que enriquece a toda la Iglesia”.

La Iglesia puede ser una fuerza de conversión que transforme las culturas discriminatorias y promueva una auténtica igualdad, donde el carisma de cada persona sea respetado y valorado.

El Santo Padre concluyó su encuentro reafirmando el sentido profundo del proceso sinodal como un camino de comunión, participación y misión: “La sinodalidad no se aprende en los libros, se vive escuchando, caminando y sirviendo juntos. Es el modo en que Dios quiere que seamos Iglesia hoy: una Iglesia que camina con todos, especialmente con quienes más necesitan esperanza”.

Durante el Jubileo, participó también una delegación peruana, entre ellos Adriana Fajardo, secretaria ejecutiva de la Comisión Episcopal de Comunicación. El encuentro de León XIV con los equipos sinodales marcó un nuevo paso en la recepción del proceso sinodal iniciado en 2021, recordando que el futuro de la Iglesia se construye “no desde la imposición, sino desde la comunión, la participación y el amor que escucha”.

Creo que esta experiencia de una Iglesia sinodal que construye comunión debería inspirarnos a todos, por así decirlo, una mayor generosidad al compartir recursos, para que quizás podamos lograr una mayor igualdad, una mayor justicia, incluso al compartir con otros los bienes y las bendiciones materiales que tantas iglesias tienen a su disposición. Obviamente, hacerlo conlleva grandes desafíos, expresó el Santo Padre

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