En la Jornada Mundial de las Misiones y tras la misa de canonización, el Papa León XIV, antes de rezar el ángelus dominical, renovó su ferviente llamamiento a la paz manifestando su cercanía a quienes sufren a causa de la violencia, encomendando sus oraciones a la Virgen María y a los nuevos santos
Al final de la Misa de canonización de siete nuevos santos, el Papa León XIV llegó a bordo del papamóvil hasta la Plaza de San Pedro, donde impartió su bendición a la venerada imagen del Señor de los Milagros, que horas antes había recorrido en procesión las calles de Roma.
El Vaticano fue escenario de una celebración que reunió a delegaciones de diversos países y comunidades religiosas. En un ambiente de profunda fe y alegría, el Santo Padre dirigió un mensaje de aliento a todos los presentes, con especial atención a los miembros de la Hermandad del Señor de los Milagros, quienes participaron con devoción en esta histórica procesión internacional, coincidiendo con la canonización de siete nuevos santos —entre ellos, los dos primeros santos de Venezuela—.
Durante su saludo final, el Papa expresó:
“Saludo a los demás peregrinos presentes, especialmente a la Hermandad del Señor de los Milagros, que celebró la tradicional procesión”.
La jornada coincidió con la Jornada Mundial de las Misiones, ocasión en la que el Pontífice renovó su llamado a la paz y manifestó su cercanía a quienes sufren a causa de la violencia, encomendando a la Virgen María y a los nuevos santos las intenciones de los pueblos del mundo.
Con este gesto, el Papa León XIV reafirmó el profundo vínculo de fe y esperanza que une al Perú con el Vaticano, en torno al Cristo de Pachacamilla.
